El
6 DE DICIEMBRE
por: Carlos
Canache Mata
Paúl Krugman, Premio Nobel
de Economía 2008, en artículo publicado recientemente en el diario El País, de
España, señalaba que “decía Przeworski que la democracia es un sistema en donde
los partidos políticos pierden elecciones…porque nunca podrán asegurar su
permanencia en el mando”. Se le reconocía así a esa posibilidad, una
importancia esencial en el funcionamiento de una verdadera democracia.
Efectivamente, la
aleatoriedad electoral que conlleva la alternancia en el ejercicio del poder,
es una característica del régimen democrático. En el marco del Estado de
Derecho, las elecciones son la vía para realizar el cambio. Si en un país se
elimina la expectativa de la sustitución de los titulares del poder por quienes
se le oponen, es porque ya no hay democracia.
Estas reflexiones vienen a
cuento porque los voceros del oficialismo gobernante, desde el ocupante de
Miraflores hasta el más modesto dirigente del PSUV, dicen a diario que “nunca
más” volverá al poder la por ellos llamada “derecha oligárquica”. Maduro, repite
frecuentemente esa afirmación en actos militares, desconociendo la
institucionalidad profesional, ajena a militancia política, de la Fuerza Armada
Nacional.
Ahora bien, todas las
encuestas anuncian un triunfo de la oposición en las elecciones parlamentarias del 6
de diciembre, que, si llega a alcanzar la votación calificada de los dos
tercios, abriría las puertas a cambios fundamentales en la estructura del Poder
Público. La encuestadora Keller y Asociados dice que el 66% de los votos sería
de la oposición y el 34 % del oficialismo; Datanálisis asigna el 57,7% de los
votos a la oposición y el 26,2% al oficialismo; y, por su parte, la
encuestadora de Félix Seijas adjudica el 57,9% de los votos a la oposición y el
19,3% a los candidatos del Gobierno. Si esa es la realidad, que puede
extrapolarse a un referendo revocatorio presidencial en el 2016, ¿por qué el PSUV y el gobierno proclaman con
alta voz que “nunca más” la oposición volverá al poder?
La respuesta a la pregunta
anterior puede pasearse por varias hipótesis. La más benigna sería
que nadie dice que va a perder. También podría pensarse que el oficialismo está
contando con el uso ventajista de los recursos del Estado, con los “estados de
excepción” y la militarización de los centros de votación para intimidar a los
electores, con la violencia de sus “colectivos” paramilitares contra los
votantes, con el repunte de un “dakazo” alimentario en los anaqueles mediante
importaciones desesperadas de última hora, o, a todo evento, que están contando
con un CNE incondicional que si no tuvo escrúpulos para manipular los circuitos
electorales y recurrir a la trácala de confundir rodeando la tarjeta de la MUD
con tarjetas oficialistas parecidas que tienen la palabra unidad, también
estará dispuesto a hacer cualquier otra maniobra fraudulenta para convertir en
victoria la derrota del gobierno.
Si eso llegare a ocurrir,
el estallido de la crisis política será indetenible.
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