25 de enero de 2015

"Francia se interroga" por Elisabeth Burgos, Revista "Z" del 23 al 29 de enero de 2015.

He aplazado, demasiado quizá, un pronunciamiento público, analítico y serio, al que me obligan mi formación y sensibilidad, por un afán de perfeccionismo que, siendo en teoría positivo, pretende ignorar las limitaciones humanas en aras de un inalcanzable "capo lavoro", la monstruosidad de los crímenes perpetrados en nombre del fundamentalismo islámico facilita  el desgarrarse las vestiduras y asumir posiciones tan irracionales, al menos en su formulación, como los hechos por ellos cometidos. Estos dan, en su desmesura, justificación amplia a cualquier condena, como en el caso de los nacional-socialistas o nazis alemanes, nada que se les diga puede ser injusto o reprensible, todo el oprobio se lo  ganaron. Es decir son casi un llamado a "saludos a la bandera", toque de fanfarrias, y hasta reediciones de las muy discutibles "cruzadas". El "beau geste" casi parece de rigor.
Soy por inclinación natural, por formación familiar poco o nada amigo de los dogmas, no acepto ninguno distinto al dogma de fe, soy católico, apostólico y romano. De la compleja madeja de mi sangre, salieron cuatro cardenales, cuatro, no todos ellos muy edificantes, al menos en la obediencia a los valores de la S.R.Iglesia. Fuera de ese dominio espiritual, rechazo el fanatismo hasta en el deporte.
Al leer hoy este excelente artículo de Elisabeth Burgos, decidí no solo reproducirlo, sino antecederlo de unas palabras mías -que para nada necesita- como una manera de comprometerme ante ustedes a preparar un corto ensayo sobre la amenazante colisión que ya estamos viviendo, entre la civilización judeo-cristiana y el Islam extremista, chiita o suni pero manejado por un clero que se ha negado a evolucionar. Salud

ALFREDO CORONIL HARTMANN-VISO

ITACA 25 DE ENERO DE 2015.






ZETA,
DEL 23 AL 29.01.2015


Francia se interroga
por: Elisabeth Burgos

Los atentados yihadistas obligaron a los franceses a preguntarse qué pasó con los jóvenes de origen musulmán, nacidos
en Francia, de nacionalidad francesa, para que se conviertan
en terroristas. La respuesta no es para alegrar a los europeos.

DOS semanas han transcurrido tras los diecisiete
asesinatos ocurridos el 7 y el 8 de enero pasado
a manos de jóvenes yihadistas nacidos y criados
en Francia, de padres inmigrantes de cultura musulmana. La lógica que determinaba la acción de los asesinos:
abolir la libertad de expresión con el asesinato del comité
de redacción del medio satírico Charlie-Hebdo; el antisemitismo con la ocupación de un supermercado kosher frecuentado por miembros de la comunidad judía en el
que cuatro rehenes judíos fueron abatidos; el asesinato
de tres agentes de la policía por el hecho de ser policías.
El mensaje que transmitían los terroristas fue muy claro.
Una declaración de guerra contra los tres símbolos
fundacionales de los valores republicanos y de la democracia. La libertad de expresión, el antirracismo expresado en el antisemitismo, el rechazo de la ley representada por las fuerzas del orden.
Ha transcurrido la primera semana en la que se
expresó la emoción y se le rindió homenaje a los caídos
como pudimos verlo en las impresionantes manifestaciones en defensa de la libertad de expresión que tuvieron
lugar en toda Francia. En los homenajes solemnes de las
autoridades a los tres policías asesinados durante el
cumplimiento de su deber. En las emocionantes ceremonias durante las exequias de los caricaturistas y miembros de la redacción de Charlie-Hebdo. Los vibrantes
discursos en la Asamblea Nacional de diferentes representantes, en particular el del Primer Ministro, Manuel
Valls, que conmovió por igual a todos los diputados,
derecha e izquierda confundidos, expresión de la unión
nacional ante la agresión contra los valores que comparte
por igual la ciudadanía
Francia parecía estar sumida en la depresión, en la
aceptación de vivir una fase de declive existencial,
expresado en un sentimiento de pérdida, en una falta de
perspectiva; como si el país se le escapara sin que se
pudiera evitarlo. De repente el choque causado por estos
hechos sangrientos, le han hecho recobrar fuerzas y
tomar consciencia de su herencia histórica, retomar los
símbolos que han constituido el discurso nacional.
Precisamente, esa reactivación de la memoria republicana, de los valores de la democracia y de la libertad
de opinión, ha dado paso al cuestionamiento. El segundo
golpe recibido tras los asesinatos fue constatar que no
todo el mundo compartía el eslogan "Nous sornmes tous
Charlie", (Todos somos Charlie), el eslogan que acompañaba las manifestaciones. El minuto de silencio nacional decretado por las autoridades en honor a los caídos,
no solo no fue respetado en muchas escuelas de la
República, sino que despertó críticas por parte de los
alumnos magrebís o africanos. Ello ha llevado a cuestionarse en alta voz, lb que hasta ahora se callaba y que muy
pocos se atrevían a expresar por lo que se ganaron la
denominación de reaccionarios. Algo ha fallado en la
escuela, para que los alumnos de origen magrebí o
africano, no admitan la laicidad y la libertad de expresión
como valores inalienables.
En esta fase de cuestionamiento, los medios le han
dado la palabra a maestros, profesores, sociólogos,
profesionales en contacto con los suburbios conflictivos. Gracias a la liberación de la palabra de quienes
están en contacto directo con ellos, la opinión pública
se entera del mal que corroe la institución escolar, sede por excelencia del aprendizaje de los valores de la
laicidad, del aprendizaje del cuestionamiento, de la
duda. En su lugar, los jóvenes descendientes de inmigrantes magrebíes o africanos, opinan que el profeta es
sagrado, que se debe prohibir la blasfemia. Finalmente
se admite que son las consecuencias de tendencias que
se han desarrollado en el seno de los sindicatos de
maestros y profesores que inspirándose en presupuestos ideológicos, han favorecido la idea que en lugar de
autoridad se debe instaurar una relación de igualdad
entre el alumno y el profesor; la consecuencia es el
irrespeto absoluto hacia el profesor, incurriéndose
incluso en algunos casos, en violencia física contra
éstos. Igualmente se ha favorecido la postura del
derecho a la diferencia y a la pertenencia comunitaria,
lo que tiene como consecuencia, la reivindicación del
porte del velo islámico en la escuela, la separación de
varones y hembras en las piscinas, el rechazo de los
padres de reunirse con profesores de sexo diferente, a
negarse a consumir el menú clásico de las cantinas
escolares, exigiendo un menú halal, etc.
El panorama luce aún más preocupante, cuando la
prensa logra hacerse de un informe redactado en 2004
a pedido del propio gobierno, sobre la situación de las
escuelas en los barrios conflictivos, que relata de forma
minuciosa la gravedad del problema, y la impotencia del
Ministerio de Educación de todos los gobiernos, de
izquierda o de derecha, ante la enormidad del caso. El
informe expresa claramente que en algunos barrios se
han edificado sociedades paralelas; organizaciones religiosas, o político-religiosas que practican un islam radical que inculcan a los alumnos oponerse a la escuela
pública, a los profesores, y a la enseñanza que se les
imparte. Esos grupos pregonan la segregación, considerando la integración a la sociedad francesa como apostasía u opresión. Inculcan disociarse de la nación francesa pues su futuro es formar parte de una vasta sociedad
musulmana. Para los jóvenes sometidos a esa influencia,
sus héroes son "los adolescentes palestinos y los líderes
yihadistas que participaron en los atentados de Nueva York, de Madrid, de Londres". La encuesta arroja datos sobre la regresión de la condición femenina, el rechazo
al colegio mixto, violencia hacia las hembras sometidas
al control de la vigilancia de los hermanos que velan por
la moral y hasta por su forma de vestirse y se encargan
de castigarlas. La enseñanza de la historia y de la biología
es rechazada. Los temas como la historia de las cruzadas,
la cuestión palestina, el genocidio de los judíos, crean
conflicto, por lo que los profesores se ven obligados, o
a "desarrollar un combate contra el obscurantismo, o a
transigir y evitar abordarlos, o negociar presentando la
ciencia como una creencia al igual que otras".
En clases
de matemática, se evita el empleo de los símbolos que
se asemejen a una cruz. Darwin es considerado por los
religiosos como un impostor. Según ellos, en el Corán
están contenidas las versiones del origen del mundo; otra
versión constituye una blasfemia. La palabra terrorista
es considerada como positiva, para los alumnos se trata de guerreros por lo que los profesores deben mencionar
a "los atacantes". En lugar de Islam, o islamistas, deben
decir, religiosos.
En cuanto a la gestión administrativa local, investigaciones de sociólogos arrojan datos aún más inquietantes. Se ha comprobado la complicidad de ciertos alcaldes
con los habitantes de estas aglomeraciones por razones
de clientelismo electoral lo que lleva a declarar al
diputado socialista de origen argelino, Malek Boutih, que el problema de esas poblaciones radica en “la existencia de alcaldes corruptos", y en la aparición de
"una nueva forma de nazismo, el islamo-nazi" que
intenta establecer su propia ley en ciertas regiones del
país y que "solo el establecimiento del orden político y
social estricto puede detenerlo".
La consecuencia de los atentados sobrevenidos en
los últimos meses en Francia, que han tenido como
objetivo principal miembros de la comunidad judía
, está
incitando a miembros de esa comunidad a abandonar el
país y a afincarse en Israel. Consideran que Francia se
ha convertido en un país inhóspito.


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