ALFREDO CORONIL HARTMANN
Estimados amigos: Una vez más reenvío otro artículo del apreciable Pico por ser de extraordinaria importancia dada su claridad condensada en pocas líneas -"Lo bueno y breve, dos veces bueno", nos decían los jesuitas- y su utilidad, si se permite tal expresión, se manifiesta por su actualidad cuando en la llamada oposición andan todos enredados tratando de descalificar la rebelión popular espontánea que nació en febrero de las manos de los estudiantes y que ha dejado a más de un "dirigente", más importante que útil, con un palmo de narices clamando contra La Salida y llorando por un diálogo inútil y fracasado. Saludos,
Luis Betancourt Oteyza
Orden de prioridades
por: Oswaldo
Páez-Pumar
Salir
de este gobierno es la prioridad número uno. Ordenar la economía es la número
dos. Perdón, me equivoco, salir de este gobierno es la segunda, ordenar la
economía la tercera; y no confundir el orden que corresponde a esas dos, es la
primera.
Ordenar
la economía para este gobierno no es una prioridad sino una estrategia para
conservar el poder, tomar un segundo aire y aprovecharlo para la destrucción de
la economía, no por ella en sí misma, sino porque mientras no la destruya habrá
venezolanos que puedan sostenerse al margen del gobierno y en consecuencia
oponérsele. El objetivo es claro. Todo debe depender del gobierno para que todo
le esté sometido. Eso es el totalitarismo que no debe ser confundido con la
dictadura.
La
apariencia de democracia incluida la realización de elecciones se
mantendrá. Esto no significa que exista
una democracia, ni mucho menos que exista la posibilidad de un cambio de
gobierno por esa vía. Solo en una hipótesis, poco probable, de una derrota
electoral aplastante que sobrepase toda capacidad de fraude que la imaginación
pueda concebir y con una población concientizada para salir a defender en la
calle su triunfo, puede esperarse un cambio de gobierno por la vía electoral,
lo cual además confirma que no será el resultado electoral en sí mismo el que
producirá el cambio de gobierno, sino la voluntad de salir a defender en la
calle el triunfo.
Esto
explica el miedo que el gobierno le tiene a la manifestación ciudadana en la
defensa de sus derechos, la brutalidad que acompaña la represión de toda
protesta, el enorme gasto publicitario para sostener que la gran mayoría del
país y sobre todo la gran mayoría de los sectores de menos recursos lo
respaldan y, paradójicamente, hasta los ocasionales resultados electorales
adversos al gobierno, que refuerza en densos sectores de la oposición la tesis
de que la oposición es minoría, que no se ha hecho el trabajo que se requiere
para convencer a la mayoría de la necesidad de un cambio; y sobre todo que no
se ha hecho el trabajo en las capas más empobrecidas de la población, que hoy se
sabe que han aumentado y que la destrucción de la economía seguirá aumentando
hasta el colapso, como ocurrió en la Unión Soviética y después de más de medio
siglo no ha ocurrido en Cuba.
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