domingo, 13 de julio de 2014
CARLOS BLANCO, OBERTURA 1814-2014, TIEMPO DE PALABRA
JOSE TOMAS BOVES |
Habrá que agradecer a los patriotas de 1814 que no oyeran a los que decían que, ante el avance de Boves y los demás carniceros que lo acompañaban, había que renunciar a la independencia del imperio español. Si los acontecimientos se vieran en la exclusiva perspectiva de un instante, el de ese 1814, alguien podría haber dicho que el objetivo no se había logrado y que, por tanto, había que abandonarlo y seguir en la conservación de los derechos de Fernando VII. Similar situación le ocurrió a Chávez en 1992: los objetivos no se habían conseguido, "por ahora" y ya se sabe que el hombre no cejó hasta alcanzarlos.
Igual puede argumentarse de "la salida" que tanto temblor causa. Se planteó al país que había que reemplazar el régimen actual de manera constitucional y lo más pronto que fuese posible, para lo cual se propusieron asambleas ciudadanas que discutieran los métodos (renuncia de Maduro, constituyente, referendos consultivo y revocatorio, etc.) que pudieran conducir a unas nuevas elecciones presidenciales anticipadas, con un CNE decente.
El hecho de que todavía no se haya logrado el objetivo, en 6 meses, no quiere decir que no sea correcto plantearlo ni que no se pueda lograr en un futuro relativamente inmediato, ante el colapso ya obvio del régimen. En el marco de la reconstrucción de la unidad opositora la forma, la táctica, los modos, pueden y deben variar, pero ya se admite -de acuerdo con el padre Luis Ugalde- que es una irresponsabilidad pretender que la actual situación continúe hasta las próximas elecciones de 2019.
No se puede obviar la secuencia histórica. Hubo cuatro hechos no conectados inicialmente entre sí que crearon las condiciones para el estallido de las firmes manifestaciones de descontento nacional: la protesta estudiantil de enero en Táchira y Mérida, el llamado a "la salida" realizado el 2 de febrero, la manifestación convocada por los dirigentes estudiantiles para el 12 de febrero -apoyada por toda la dirección política democrática, incluida la MUD- y lo que ocurrió después de terminar la manifestación de ese día, cuando agentes asesinaron a dos ciudadanos. Esta conjunción imprevista de circunstancias determinó que se descorriera el velo del malestar y estallara ese majestuoso levantamiento, principalmente de la juventud, en los primeros meses de 2014.
¿Errores? Sin duda los hay. Pero, jamás se pueden atribuir las muertes generadas por la represión a los opositores que apoyaron las protestas, enmarcadas como están en inalienables derechos ciudadanos. Hubo un despertar al terrible costo de muertes, heridos y presos generadas por la represión de lo que solo pocos dudan en calificar de dictadura. Se movilizó la opinión internacional y emergieron liderazgos. El diálogo finalmente frustrado se presentó como una tenue posibilidad bajo el estímulo de esas protestas, porque la comunidad internacional, alarmada ante la represión oficial, se movilizó.
La protesta ocurrió en el marco de una fragmentación de lo que había sido la unidad opositora. A la crisis de la calle se añadió el debate, muchas veces áspero y agrio, dentro de los demócratas. Sin embargo, puede decirse que hoy en todos los sectores de la oposición hay una voluntad de entendimiento y reestructuración unitaria que, sin duda, debe llevar a ajustes y rectificaciones por parte de todos.
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