El autor, hijo del heroico Teniente Pedro José Betancourt Grillet, sobreviviente de las barbaras torturas de la policía "gomecista" quien sin perder ni el valor ni la intrepidez se fue a pelear en la Guerra del Chaco, distribuye este valioso testimonio de su lúcida y angustiada visión de la Venezuela de hoy. Salud
ALFREDO CORONIL HARTMANN
Itaca 16 de julio de 2014
El Miércoles, 16 de julio, 2014 11:46:40, Luis Betancourt <lubeot@gmail.com> escribió:
Desahogo contra la Decadencia
Estimados amigos: Esta vez me ha costado mucho escribir estas ideas pues cada vez que me disponía organizarlas me asaltaba lo que un amigo llama "deprechera": una depresión con molestia suprema. Ver el último desfile "militar" en Los Próceres, las palabras del locutor -¿animador?- oficial del evento afirmando que Chávez es el nuevo Libertador (¡!) sin que ningún oficial se levantara a corregir a ese infeliz, seguido por las palabras de la almirante encargada de conducir a los pobres caminantes, ensalzando al socialismo y adulando como no se ve ni en una comedia bufa, me provoca mucha tristeza. Paralelamente, ver a sectores de la oposición descuidando su función de disidentes en discusión por botellas rotas de falso diálogo, cogobierno y salidas extemporáneas, colma mi paciencia, no muy densa, convengo. LBO
Decadencia
"Caminante no hay camino, se hace camino al andar"
Antonio Machado
Sin lugar a dudas que vivimos tiempo de decadencia de los venezolanos; un diagnóstico ya adelantado por José Rafael Pocaterra en sus "Memorias de un venezolano en la decadencia" porque no veía la reacción suficiente para salir de la dictadura de Juan Vicente Gómez, que aplastó al país por largos 27 años y no cedió sino ante la muerte pacífica en su cama. Contrastaba esa pasividad con la tradición épica y la costumbre levantisca de los venezolanos en su vida independiente desde que José Antonio Páez fundara a Venezuela en 1830.
La de Gómez fue la primera dictadura militar nacida en el siglo XX, 1908, e hija de la aventura militar del "Cabito" Cipriano Castro, iniciada el último año del siglo anterior, 1899. Después de Gómez vivimos otros gobiernos de militares pero muy civiles hasta la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez, para terminar el siglo con el inicio de la dictadura del teniente coronel Hugo Chávez, que dura hasta nuestros días bajo la representación de un títere escogido por Fidel Castro para regir su colonia petrolera y con el soporte de una cúpula militar aparentemente inagotable. Estas tres dictaduras militares de nuestro siglo XX tienen sus particularidades que hacen a dos diferentes de la última, la de Chávez, y Fidel.
La de Gómez fue salvaje y cruel; se supo burlar de amigos mientras fue feroz con sus adversarios: los encarceló y mató sin piedad, y todo dentro de un silencio ominoso impuesto a una población donde destacaban hombres y mujeres cultos, que hasta sirvieron en su gobierno. Fue una dictadura militar que gobernó con "doctores". Sin embargo, a pesar del horror que escenificó en el país, tuvo logros innegables y Venezuela avanzó en el siglo, aun antes de aparecer el petróleo. Gómez creó la Hacienda Pública, puso orden en las cuentas y el Tesoro fue saneado de deudas, internas y externas; creó el Ejército Nacional sometido al poder central con la eliminación de los ejércitos regionales de caudillos, partidos y facciones, y la puesta en marcha de la Escuela Militar en 1910, hizo la paz. La aparición del petróleo en 1922 fue manejada con reservas y hasta con timidez para un país sometido y empobrecido.
Por su parte, el general Pérez Jiménez gobernó cinco largos años bajo la farsa de "presidente constitucional" pero comandando un "Régimen de las Fuerzas Armadas", como se enorgullecía en ensalzar. No hubo ejercicio de los derechos políticos y tampoco se respetaron los derechos humanos de sus enemigos, perseguidos, encarcelados y asesinados algunos. Sin embargo, no se puede desconocer su obra física, faraónica para algunos, y su dedicación a fortalecer y desarrollar, técnica y humanamente a las FAN, que fueron decisivas en su renuncia y expulsión, y su defensa decidida de nuestro territorio y fronteras. La obra de su gestión todavía, 76 años después, tiene ejemplos en pie.
Por su parte, Hugo Chávez, oficial de nuestras FAN, el último dictador del siglo pasado, pasará a la historia como el destructor de su país. Nada construyó y casi todo destruyó, y lo que va quedando parece que no sobrevivirá a quien el dictador cubano le impuso como sucesor. Chávez destruyó nuestra industria petrolera, nuestra agricultura, nuestro plantel industrial, nuestro comercio, nuestra economía, nuestra educación, con la excepción de algunas universidades autónomas y colegios privados que se resisten heroicamente y en estado casi agónico; los medios de comunicación arrasados y sometidos, a pesar de islotes como El Nacional y alguna prensa regional que ven con temor el futuro inmediato. Nuestro sistema de salud pública se encuentra en niveles de hace 30 años y el privado no se da a basto para atender a la población, además de estar cercado y en remisión. Los jóvenes no ven oportunidades de vida y los mayores no encuentran cómo mantener las suyas. Venezuela es un país devastado. La anulación del sistema de justicia y la corrupción de la asamblea como órgano ductor de la legislación y el control moral del país resume nuestra tragedia institucional.
Pero donde más se ve el proceso de intencional destrucción es en lo que fueron nuestras Fuerzas Armadas Nacionales. Lo que fue una institución útil y orgullo de los venezolanos, ha devenido, por obra de su cúpula cipaya, en un partido oficialista; desnaturalizada en su misión doctrinaria pues no defiende instituciones, casi inexistentes, ni protege la integridad territorial de la patria, ni es capaz de velar por la seguridad de sus ciudadanos. No se rige por un orden de méritos, y la disciplina y subordinación han sido sustituidas por el oportunismo y la sumisión. Llamadas a ser garantes de la independencia conquistada a sangre y fuego en la gesta que coronó en la sabana de Carabobo en 1821, es hoy el instrumento vergonzoso de la dominación de la Cuba castro-comunista que reprime a jóvenes, hombres y mujeres del pueblo. Lo peor es que este resultado fue cuidadosamente planificado desde La Habana para domeñar a una institución indispensable de nuestra república y democracia: había que pervertirla y liquidarla, fue sentenciada. Una prueba de esta degeneración, por estímulo crematístico o compensación de resentimiento inducido, fueron las palabras de la vicealmirante Maribel Parra en su conducción marina del desfile terrestre del 5 de julio pasado en Los Próceres, construido por Pérez Jiménez, cuando afirmó, sin ambages ni vergüenza, que allí marcharían los hijos e hijas (SIC) de Guaicaipuro, Terepaima, Manaure, Tiuna, Mara y la india Aurimare, cuando se celebraba el aniversario de una gesta absolutamente civil, protagonizada por criollos como Juan Germán Roscio, abogado, y Francisco Isnardi, médico y periodista, entre otros civiles, absolutamente obviados por esa descastada; o el discurso de orden ante la asamblea por un general activo, que no mencionó a sus jefes cubanos en su alto cargo operativo pero sí insistió en la manipulación de nuestras FAN al servicio de una dictadura para justificar la entrega de nuestras fronteras a la narco guerrilla y la represión de venezolanos por orden y plan de los cubanos.
Es indudable que cuando esta tragedia acabe y Venezuela recobre su libertad, soberanía e independencia, lo cual ocurrirá más temprano que tarde, entre las tareas más exigentes estará la refundación de nuestras FAN; hará falta otro coronel chileno como Samuel McGill, o quizás un oficial colombiano como los que formaron la gesta libertaria de la Campaña Admirable de Bolívar de 1813, y otros capitanes de la "Benemérita" Guardia Civil española, como los Marrero Suárez o Ponce, para rehacer la GN ¡Qué triste!
Para aparejar la desgracia de esta dictadura destructora, tenemos una oposición enfrentada por dos imposibles: diálogo o constituyente.
Del diálogo nada podemos agregar a lo evidente: No existe y no es posible pues no se dialoga con un tirano como Nicolás Maduro. A los tiranos se les combate, derroca y enjuicia, si hay posibilidad. Aquellos que han planteado una salida a dos con el chavismo deberían hacer un ejercicio mental de suponer una alianza entre Konrad Adenauer y Hermann Goering, o Willy Brand y Karl Doenitz para reconstruir Alemania luego de la devastación del nazismo ¡y de la mano de éste! Y cuando apelan al mal argumento de la transición española a cargo de Adolfo Suárez y Juan Carlos de Borbón, se olvidan que mientras Chávez destruyó a la clase media venezolana, la feroz dictadura de Franco fue lo que mejor dejó en España. Que Nicolás Maduro no puede parecerse a Adolfo Suárez como Raúl Castro no puede alcanzar los méritos civiles y civilizados del General en Jefe Eleazar López Contreras; que la historia no se falsifica ni con ganas y que nuestro pueblo no es bolsa. Valga el argumento y momento para denunciar la maniobra que se anuncia, y anda por mampuesto, de algunos "vivos" con la idea de un "gobierno nuevo y bueno" que salve a Maduro mientras se salva la economía y las finanzas...¡Nuestro drama no es económico ni solamente financiero, es moral y político! No se arregla con contubernios de cúpulas hambrientas de prestigio y billetes, se resuelve con patriotismo y decisión de patria, así cueste mucho y duro. No es el momento de bobalicones apaciguadores ni dialogantes sin destino, es la encrucijada de los principios y valores, como lo han dicho con valor varonil nuestros estudiantes, con María Corina Machado, Roderick Navarro, Gaby Arellano y otros patriotas.
Por otro lado, con total y evidente buena fe, en la oposición se empeñan algunos en plantear el imposible, inconveniente e inoportuno tema de una constituyente. La constituyente vista como palanca para sacar al chavismo castro comunista del poder no es viable sin una integración democrática y equilibrada de un nuevo CNE, la depuración del REP y el regreso al voto y conteo manual, algo no posible antes de un gobierno de transición; luego, están poniendo la carreta antes del burro y eso no marcha. Entiendo lo difícil hoy de plantear una "Salida" sin ser enjuiciado por la banda que encabeza la Fiscal y el TSJ, pero no podemos seguir alimentando derivas al único camino que nos llevaría una solución: la rebelión invitada por nuestros estudiantes en febrero y que ha sido oída también por la juventud militar. Después podremos diseñar mecanismos de consulta popular decentes para reinstaurar la república y el estado de derecho.
De nuestras 26 constituciones, vergüenza histórica, 6 fueron creadas por el mecanismo de las "asambleas constituyentes", y todas fueron instrumentadas por los dictadores de turno, incluyendo Chávez, para diseñarse trajes a su medida, luego, no parece un camino democráticamente sensato; y no me vengan los demagogos a señalarme como enemigo de la "participación" porque sí lo soy en materias donde la sindéresis y la cordura deben prevalecer sobre la excitación. No creo que con "constituyentes" se tumba una tiranía sino que pienso que primero se la derroca y luego se piensa en cómo re-institucionalizar el país.
Así que dediquémonos a sacar este régimen, traidor a la patria, corrupto a más no poder, ineficiente, obsoleto y pernicioso para el pueblo, por cualquier vía que sea eficiente en instaurar un gobierno cívico-militar de transición, con sentido de soberanía, y luego nos dedicaremos a poner orden en unas instituciones refundadas con carácter republicano, como lo quisieron y pensaron, Juan Germán Roscio y sus iguales en el Congreso del 5 de julio de 1811, como las soñaron Sucre, Ribas, Soublette, Páez, Mariño, Andrés Bello, Bolívar, Monagas, Piar, Arismendi, Vargas, y tantos otros que sobra recordar.
Debemos repetir que se hace camino al andar y sigamos a nuestros estudiantes, obreros, profesores y soldados de verdad que desde febrero abrieron trocha para inventar el camino a andar, el camino de la libertad.
Caracas, 15 de julio de 2014
Luis Betancourt Oteyza
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