Palabras sobre Raúl Leoni
Hoy venimos a
conversar sobre un gran venezolano, un compañero ejemplar, cuyo nombre ostenta
orgullosamente esta Fundación, Raúl Leoni Otero, guayanés, como buen venezolano
entreverado -en este caso, entre corso y
criollo- valiente, sufridor sin
aspavientos, de los primeros –entre los primeros- próceres civiles de la
democracia y la libertad en Venezuela. De Raúl Leoni se pueden recordar muchas
cosas, lo que no se puede recordar es una estridencia, un innecesario
desplante, una sirvengüenzura, una deslealtad y no es ocioso, por el contrario
quizá conveniente, en esta hora menguada de servilismo y obediencia mal
entendida, afirmar que la suya fue una lealtad muy bien entendida, lúcida,
crítica y deliberante.
La historia de la Venezuela post-colonial
(1830-1999) ofrece el ejemplo de dos importantísimas generaciones, la de la
hornada de muchachos, la inmensa mayoría de ellos pertenecientes a la clase de
los criollos blancos, propietarios inmobiliarios, hacendados, algunos con
títulos nobiliarios como Antonio José de Sucre, quien nunca utilizó el antiguo
marquesado de Preux, otros aspirantes a serlo, como los Bolívar –quizá la
familia venezolana más rica de su tiempo- pocos, poquísimos “proletarios” el más
destacado de ellos, el llanero José Antonio Páez, genio militar autodidacta y
extraordinario creador de sí mismo, sorprendentemente “ninguneado” en estas
horas de fanfarrias marciales, tambor batiente y gesticulaciones epileptoides y
nada “marciales” que se pretende y hace gala de una verborrea populachera y
revolucionaria, supuestamente al servicio del proletariado. Y la denominada
“generación del 28” .
Deberíamos decir, antes de continuar, que el
concepto de generación, como los de izquierdas y derechas, son simplificaciones
a las cuales se recurre por ahorro de tiempo y de tinta, son “valores
convenidos” legitimados por el uso y no vale la pena ahondar en ello, así en el
proceso de Independencia hombres de mayor edad como Francisco de Miranda,
Cristóbal Hurtado de Mendoza o Andrés Bello se incorporaron y contribuyeron a
guiar la gesta. La larga marcha hacia la democracia, iniciada por la Federación de
Estudiantes de Venezuela –FEV- presidida por el bachiller Raúl Leoni y liderada
igualmente por Rómulo Betancourt y Jóvito Villalba, que vio la luz en los
carnavales de 1928, también incorporó a ilustres y añejos “coleados” como
Andrés Eloy Blanco, Válmore Rodríguez, Gonzalo Barrios y Luis Beltrán Prieto
Figueroa, para equitativamente citar también muy pocos nombres.
Los coloridos y
conocidos episodios de esa manifestación de descontento y de rechazo juvenil,
fueron aplastados con la contundencia y la eficacia que caracterizaban a ese
régimen. Pronto Puerto Cabello, La
Rotunda , y las carreteras de aquella Venezuela, se vieron
llenas de muchachos que no pudieron aplicar el sonoro y enigmático
“Sacalapatalaja”, a los pesados grillos que laceraron sus tobillos, de allí al
exilio, largo, inacabable, como el “hombre de la mulera”. Después de una breve
pasantía antillana, Leoni, Rómulo, Válmore y algunos otros fueron a dar a
Colombia, Raúl invirtió unos churupos llegados de Guayana y junto a Ricardo
Montilla y otros exiliados montaron la célebre “frutería” en Barranquilla,
Rómulo que no participó en la quimérica empresa comercial, notando que no
existía en esa plaza una publicación que diera cuenta de las operaciones
notariales y registrales, se dedicó a imprimir en precario el boletín en
cuestión, eran tan pobres como inquietos intelectualmente, nos cuesta enorme
trabajo imaginarnos a estos rebeldes en tan pedestres ocupaciones. Pero ni los
frutos tropicales ni el farragoso lenguaje de las notarías, amainaron las
inquietudes de nuestros jóvenes, en 1931 nace para la Historia el “Plan de
Barranquilla”. Documento de extraordinaria trascendencia, que fue el punto de
partida del gran movimiento popular que
fue -y volverá a ser- Acción Democrática, Rómulo Betancourt, Válmore
Rodríguez, Raúl Leoni fueron sus principales “parteros” y junto a un pequeño y
selecto grupo de compañeros firmaron aquel manifiesto.
Los valores
esenciales que movieron a este excepcional grupo humano, fueron la lucha contra el continuismo, el caudillismo, la corrupción administrativa, y por el carácter eminentemente
civil de la administración pública. Fueron los creadores del primer
ensayo político de partido moderno en Venezuela: ARDI –Alianza Revolucionaria de Izquierda- ,
luego vino la
Organización Venezolana -ORVE- que estuvo integrada por
elementos de enorme valía, en muchos casos, poco homogéneos en lo ideológico
como Guillermo Meneses, Elías Toro, Isaac Pardo, Inocente Palacios quien continuó
acompañando al grupo unos años más, y tuvo el honor de ser presidida por ese
gigante del intelecto y de la finura espiritual, que fue Don Mariano Picón
Salas, a mi juicio el más grande prosista venezolano del siglo XX.
En la década de los
años treinta, en todo el orbe, la lucha entre los extremos del espectro
político fue produciendo un movimiento de imbricación de partidos y elementos
de uno u otro de ellos, así entre partidos aparentemente lejanos como el
fascismo italiano y el nacional-socialismo alemán se crearon vínculos que
terminaron casi en simbiosis. Igualmente las fuerzas llamadas progresistas
crearon en la China
del Dr.Sun Yat Sen el Kuonmintang, en el que convivían socialistas,
nacionalistas, comunistas hermanados contra el imperialismo europeo, el japonés
y los “señores de la guerra” de la propia China. En Europa se da igual
fenómeno, los denominaron “Frentes Populares”, en muchos países llegaron al
poder por votación popular, como ocurrió en Francia y en la República Española ,
en América Latina el caso más duradero fue Chile, estaba integrado por el
Partido Radical, el Partido Socialista y el Partido Comunista, ganaron tres
elecciones presidenciales consecutivas, con los candidatos radicales Pedro
Aguirre Cerda, José Antonio Rios y Gabriel Gonzalez Videla y, después de un
eclipse –relativamente prolongado- llevaron al poder a Salvador Allende. En Venezuela, en esta corriente de confluencia
de fuerzas, de unidad, coincidieron quienes venían de ARDI y de ORVE, con los
miembros del Partido Comunista de Venezuela y nace el Partido Democrático
Nacional –PDN- cuya Secretaría General desempeña inicialmente Jóvito Villalba y
la de Organización Rómulo Betancourt.
El deslinde era inevitable, no fue fácil, nada
trascendente lo es. La lucha entre otros
escenarios se daba con particular ferocidad en el campo laboral, el dogma
comunista se basa en buena medida en ser “el partido de la clase obrera”
particularmente en ese campo, Raúl Leoni, ya abogado volcado al Derecho del
Trabajo, inspiró asesoró y en buena medida dirigió a hombres que, como
Alejandro Oropeza Castillo, Pedro Bernardo Pérez salinas, Francisco Olivo, el
“cojo” Malavé, Manuelito Peñalver constituyeron la vanguardia de la fuerza que
le dio en principio a AD y a la democracia venezolana después, su punto de
apoyo esencial y al país todo, una paz laboral que permitió un
extraordinario desarrollo social, material, educativo y cultural.
Esa organización,
con los valores que hemos señalado, se vio colocada, una vez más, en una
dificilísima disyuntiva. Después del fallecimiento de Juan Vicente Gómez, su
sucesor designado Eleazar López Contreras primero y luego el sucesor designado
de este, Isaías Medina Angarita propiciaron una liberalización progresiva y una
humanización real del régimen político. Medina después de hacerles pasar una
verdadera ordalía político-administrativa, niega la legalización del PDN, así
como que su máximo líder Betancourt aparezca ocupando la Secretaría General ,
el partido acepta todas aquellas condiciones absurdas y en 1941 nace AD. Medina
tenía la mesa servida para terminar su mandato si no en “olor de santidad” que
en política no es posible, si respetado y querido por muchos venezolanos, pero
a medida que se aproxima el fin de su periodo constitucional, aquel hombre que
había logrado agrupar a una importante élite intelectual y profesional, se
aferra a la idea anti histórica y desde
luego ilegal, de que era necesario haber nacido en el Estado Táchira para ser
presidente de Venezuela.
AD se empeña,
denodadamente, en buscar una salida a la crisis que se ve venir y acepta a un
tachirense, el Dr. Diógenes Escalante, embajador en los Estados Unidos, quien a
su vez se compromete a llamar en plazo breve a elecciones universales directas
y secretas, para lograrlo Betancourt y
Leoni viajan a Washington, el impase parece subsanado, pero enferma
Escalante. Inútiles las gestiones de AD, a través de Rómulo Gallegos de aceptar
hombres bien vistos por el régimen, Oscar Augusto Machado, presidente de la
Electricidad de Caracas y el eminente médico Martín Vegas, hermano del gran
ministro de Educación de Medina, Rafael Vegas. Y así desechando todas las
propuestas del AD y a la denominada “ala dorada del PDV” (el partido oficial,
creado por una circular del Ministerio del Interior). El General-Presidente se
saca del bolsillo al más gris de sus ministros, el de agricultura, Angel
Biaggini ¡ Ah! pero era –adivinen- ¡tachirense!
En paralelo había,
ya audible, lo que en política se llama “ruido de sables”, el malestar militar
era creciente y comprensible, el propio General de División-Presidente ha
tenido que entender (puesto que él mismo era egresado de la Academia Militar)
que no era aceptable que quienes se habían formado profesionalmente estuviesen,
en la inmensa mayoría de los casos, sujetos al mando de oficiales de montonera,
no pocas veces analfabetas que los humillaban y despreciaban, porque les
faltaba el “bautismo de fuego”. Se les ha achacado, especialmente por aquellos
que en lugar de ser antimilitaristas (que debemos serlo todos incluidos los
oficiales) son anti militares, que el descontento era únicamente por
los ínfimos y ridículos sueldos, no, eso era una parte del problema, no la más
grave, ni menos la única. La conspiración militar avanzaba y crecía. Los
conjurados, a través del médico independiente Edmundo Fernández, hicieron
contacto con AD, el golpe se iba a dar con o sin el partido. Apenas 4 de sus
dirigentes conocían los contactos:
Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Gonzalo Barrios y Prieto Figueroa. El
Dr.Juan Pablo Pérez Alfonzo, vice-presidente de la “organización golpista”
cuando Betancourt lo llamó, desde Miraflores, a ofrecerle el Ministerio de
Fomento, creyó que Rómulo estaba preso.
Una junta de 7 miembros, cuatro civiles:
Betancourt, Leoni, Barrios, Edmundo Fernández, el maestro Prieto ocupó la
Secretaría. Raúl además de ser co-presidente asumió la cartera del Trabajo que
mantuvo además durante los 9 meses de la presidencia Constitucional de Rómulo
Gallegos.
Transcurrido “el
tiempo del desprecio” como Betancourt –parafraseando a André Malraux- denominó
a la dictadura, reiniciado el tránsito democrático, Raúl y Rómulo, Rómulo y Raúl,
cumplen la más fecunda obra moral, material, educativa, sanitaria, política y
militar de los 40 años de la democracia civil. Ambos tenían claro que frente al
asalto del castrismo no habían medias tintas posibles, perdí la cuenta de las
veces en que algunas voces le indicaban a Rómulo
la conveniencia de parlamentar con las guerrillas, su invariable respuesta era:
no se pacta con insurgentes, primero los
derroto y después conversamos. No sé con qué palabras lo diría Raúl pero hizo lo mismo, después de derrotarlos inició la
pacificación, que de otra manera no hubiese sido posible y les permitió
participar, con el nombre de UPA en la justa electoral de 1968.
La obra física del quinquenio de Raúl Leoni, fue
impresionante, ya lo hemos visto, el
legado moral, ético, humano, lo que fue como arquetipo de hombre de bien, patriota sin patrioterismo, esposo y padre
ejemplar, sus virtudes personales, lo proyectan como un excepcional paradigma de los constructores de
civilización, de democracia y de desarrollo.
Es esta estructura
la que debemos proyectar y asumir como propia –con pleno derecho- las mujeres y
los hombres de Acción Democrática, es lo que exige Venezuela, es esta hora de
humillación, colonización y vergüenza, cuando
aquellos que enfrentaron y derrotaron, Rómulo y Raúl se pavonean en dueños de
lo que no tuvieron que conquistar, sino que se los regaló ¡ para mayor oprobio
un militar ¡
Acción Democrática
no nació entre algodones, fue creada y creció siendo la auténtica vanguardia de
las mejores luchas de los Venezolanos, no del cabildeo acomodaticio de los
gabinetes ministeriales o parlamentarios. No dimos el golpe militar del 18 de
octubre de 1945, pero no pudiendo evitarlo, nos montamos en él, he iniciamos la
Revolución Democrática que el país exigía, si a Raúl, a
Rómulo, a Prieto o a Gonzalo se les hubiese “aguado el guarapo” como solía
decirse en criollo, que habría ganado el país, calarse la bota militar desde
1945 a 1958. Casi tanto tiempo como ha durado Chávez. ¡Gracias a Dios pudimos
darle al país el liderazgo que se necesitaba ¡
Ese es el compromiso de estas generaciones, no estar por
debajo del reto de la Historia, estamos ante un régimen tramposo, corrupto como
ningún otro, traidor a los mejores intereses de la Patria. Si el fraude de los
tahúres y la cobardía de los pusilánimes, pretende de nuevo estafar los
derechos del colectivo, burlar la voluntad de los ciudadanos, para mantener este engendro de
entreguismo y corrupción campante, hay que invocar aquel manifiesto del Comité
Ejecutivo Nacional ante la burla electoral de 1952, hijo de la pluma libertaria
de su Secretario General Dr. Alberto Carnevali, cuyo título define todo: A LA REBELION CIVIL, LLAMA ACCION
DEMOCRÁTICA…
Charla dictada por
el Dr. Alfredo Coronil Hartmann, en el Salón Gonzalo Barrios, de la Casa
Nacional de Acción Democrática, por invitación de la Fundación Raúl Leoni.
Caracas martes 17
de julio de 2012.