15 de enero de 2012

Después de Chávez: Una ímproba tarea.


Una ímproba tarea.
esp. Foro de Oposición Venezolana
por: Alfredo Coronil Hartmann

Tengo indeclinable fe en que estamos asistiendo a los estertores del más denigrante régimen que haya conocido Venezuela, en toda su historia, nada se pareció jamás al turbio panorama de porquería y fetidez que irradia hoy nuestro país. 
Desde su campaña electoral de 1998, se le vio el tramojo de reconcomio y revanchismo social, el torturante complejo de inferioridad, la ostentosa vulgaridad o mejor dicho procacidad de la que a diario hace gala, todos estos síntomas -mas que visibles- se potencializaron apenas  aposentó su grotesca humanidad en el poder.
Todos, al menos todos los que tuvimos la suerte de poder educarnos y que hemos trajinado con mayor o menor brillo una larga jornada existencial, sin tener nada grave de que avergonzarnos, al menos hasta ahora, estamos, como es lógico, muy preocupados por el desastre que han ocasionado estos 13 años de infamia: a nuestra economía, la destrucción del aparato productivo, industrial y agrícola, de las instituciones democráticas, por el descoyuntamiento de PDVSA, que fue orgullo de todos los venezolanos, por el deplorable manejo de nuestro servicio exterior, por el colapso de todos los servicios públicos, por la indescriptible inseguridad personal y jurídica, por la anulación del estado de Derecho.  Abreviando, por la destrucción de la República.
Trágicamente divertido resulta escuchar, a no pocos voceros, que están supuestos a ser de oposición, reclamar que tal o cual hecho es inconcebible en una democracia, señores en Venezuela la democracia dejó de existir hace ya algunos años, queda poco de la República y hasta el territorio ha sido vulnerado, para no hablar de la manoseada "soberanía" nunca tan humillada y prostituida. Todo ello es cierto y tendrá que ser restañado, reconstruido, refundado.
Sin embargo el daño más grave no es mensurable en dígitos, leyes, ordenanzas, restituciones mas que legales y necesarias, etc. Lo mas grave y difícil será reconstruir el alma, restañar las heridas del espíritu, devolverle a nuestros conciudadanos la sindérisis, la civilidad, la amplitud, el auténtico igualitarismo que nos caracterizó como nación, aún antes de la independencia. La cordialidad fue uno de los mejores valores de nuestro pueblo, de nuestra idiosincrasia. ¡ Gracias a Dios ! mestizos, no tuvimos la tentación del racismo -hasta que apareció, no se sabe de donde- Chávez. Una sociedad fluida, para nada estratificada, nos evitó el clasismo, que ensombrece a muchos países latinoamericanos, aquí no existe una oligarquía de los apellidos, como en Colombia, Ecuador, Chile o Perú. De hecho mas de la mitad de la gente que vive -por decir algo- en el Country Club, no tiene más de dos o tres generaciones comiendo con cubiertos. 
Esa es la verdad, por ello la predica "marxista" de la lucha de clases suena a hueca y fuera de sitio. Aquí el que tiene éxito y es capaz, llega a donde se lo proponga. Al menos llegaba.
Tristemente el sátrapa ha tenido éxito en envenenarle el alma a muchos compatriotas, la urbanidad, aquella que Manuel Antonio Carreño divulgó en su célebre libro, ahora no sólo no se practica, sino que parece que hace sospechoso a aquel que se respeta lo mínimo, para no rebajarse a comportarse como un chancho, de cualquier desviación sospechosa. En los nuevos valores chavistas, que tristemente algunos han copiado, para ser machos debemos escupir por el colmillo, cargar un palillo de dientes en público o rascarnos la entrepierna en una sala de festejos. Que deplorable, que chavista. Tendremos que reeducarnos -los que alguna vez lo fuimos- y educar a aquellos que sienten la fruición del mal gusto y la patanería.
No creo que los valores profundos se hayan perdido, este es un gran pueblo, las maneras se pueden recuperar...


28 de Agosto de 2011.

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