Excelente crónica del escritor y abogado, Juan Carlos Sosa Azpurua, sobre el torpe tema de la recurrente "Constituyente" y su innegable peligrosidad. No tiene desperdicio.
ALFREDO CORONIL HARTMANN
El Junko 13 de junio del 2014
Dedo colorado; constituyente chiflada y
libertad
(Crónica de la tragedia que parirá una
Venezuela futura)
Juan
Carlos Sosa Azpúrua
La “Constituyente” es la última de
las chifladuras a las que nos tienen acostumbrados, una tortura psicológica más
en el cuarto donde los chinos, el Ché Guevara en la Cabaña y los rusos son niños de
pecho.
Muchos años de errores sistemáticos,
donde cada oportunidad que se ha presentado la han vuelto sal y agua, a través
de acciones que de antemano se sabían equivocadas, pero insistentemente se
llevaron a cabo vaya a usted a saber por qué.
Se logra levantar el velo de la farsa
electoral, se denuncian cada uno de sus vicios estructurales, y justo cuando se
hace evidente que no se puede seguir convalidando la ilegitimidad de un órgano
comicial putrefacto, quien lleva la bandera de las denuncias aparece con su
dedo morado, instando a votar sin antes haber solventado nada de lo que se
denunció; y ¡zas!, la narrativa del fraude se oxida y sostenerlo se vuelve una
épica de tres o cuatro “quijotes”, que de tanto repetirlo nos volvemos
incómodos hasta para el perro de la casa, siendo señalados despectivamente como
“los radicales”.
Y así pasan los años, la historia se
vuelve tan repetida que no tiene caso seguir en eso, salvo ilustrar a las
nuevas generaciones, para que nunca olviden las razones por las cuales hemos
llegado a semejante catástrofe nacional. Y porque sólo así, algunos podrán aprender las
lecciones, visto que tras quince años de tropezar de nuevo y con la misma piedra,
en cuestiones de política los venezolanos, al menos los mediáticos (y sus focas
abobadas), son adictos a las piedras y sus tropiezos.
En 2012, con alevosía, se empuja al
país por un precipicio electoral, e innecesariamente se inmortaliza el mito del
comandante invencible, corriéndose la arruga, como si ese rostro estirado admitiera
más cirugías plásticas. No pasa un mes, y el candidato de la MUD anuncia que
participará en elecciones regionales, donde misteriosamente resulta electo, fracturando
toda lógica humana, teniendo que los chavistas pusieron a ganar en todo el país
hasta a los marcianos; y en el mismo estado donde el candidato MUD conquista la
gobernación, el régimen se hace de una mayoría aplanadora en su Consejo
Legislativo ¿Sería que la dictadura estaba consolidando al líder de su
oposición Prêt-à-Porter?
Para responder, bastaría hacer un
análisis de las Primarias celebradas por la MUD ese 2012. Las organizan con el CNE del régimen, con convocatoria abierta, para que voten todos los
inscritos en el REP, incluyendo sus millones de fantasmas y los miembros del
PSUV, partido político con amplia mayoría entre los partidos. Si los votos del
régimen estaban entubados, algo que se cae de maduro, bastaba la orden de
Chávez para que el PSUV votara en dichas Primarias por el candidato más
conveniente a los intereses del régimen. Visto lo que sucedió después, esta
tesis es plausible, y tan evidente, que por eso mismo se le advirtió a la MUD con
mucha anticipación para que no hiciera Primarias con ese libertino espíritu de
apertura; y mucho menos con un CNE que trabaja para el régimen.
Pasamos a 2013, el año donde la
irresponsabilidad de la política asciende a niveles interplanetarios. Dos
sentencias burlescas exhuman el cadáver del Derecho, para clavarle dos dagas en
el centro del cráneo, asegurándose que la muerte del mismo sea cantinfléricamente
reincidente. Ese crimen exponencial del
oficio legal hace posible la candidatura de un personaje que no reunía las
mínimas condiciones constitucionales para optar al cargo presidencial, ni
siquiera en el tema elemental de la nacionalidad.
Pero los oídos de la política, cuando
se trata de estas denuncias, se vuelven sordos y la vista sucumbe a penumbras absolutistas.
Ante las evidentes irregularidades
(mismas de 2012), el papelón del año anterior y el clamor de la calle, al mismo
candidato de la MUD no le queda otra alternativa que cantar el fraude
fosforescente. Pero seguidamente hace lo necesario para aplacar las protestas y
convence al país de que el régimen esta vez no se saldría con las suyas.
¿Cuánto tiempo le duró la promesa?
Unos meses, los suficientes para
entrampar al país en un nuevo proceso electoral, que batiendo los récords de la insuficiencia
de criterio transforman en plebiscito, quizás (y este “quizás” es diplomático)
para legitimar a un presidente que hasta los gatos nocturnos que deambulan por
los basureros consideraban un fraude. Y
como si esta legitimación no fuera suficiente, el eterno candidato de la MUD y
sus aliados, los alcaldes electos, asisten a reuniones en Miraflores y se
fotografían de manos agarradas y sonrisas de admiración con el señor Maduro, el
nuevo campeón de las mentiras y ficha reluciente del Foro de Sao Paulo.
Y aquí en esta historia, no hay
miembro de la MUD que salga ileso, incluyendo al trio de los “disidentes”, que
una y otra vez participaron en las farsas electorales, promoviéndolas como
seguras, silenciando las denuncias, bailando a pierna suelta en las fiestas de
los espejos, donde los magos se multiplican y los sombreros rebosan de conejos
saltarines.
Las calles se calientan, porque estas
fiestas de la MUD se vuelven demasiado exclusivas, y brota en toda Venezuela un
espíritu de hartazgo que se transforma en fuego, en el calor que derrite
máscaras.
2014 se inaugura con aires frescos,
porque por primera vez en años el circo electoral no visita al país. Al no
haber espectáculo de trapecistas y enanos, mujeres barbudas y elefantes, el
dinero que tapa las bocas y cierra los ojos, deja de circular, por lo que su
efecto perverso no actúa como bombero de las calles.
Crecen las protestas, se suman los
estados, espontáneamente se organiza la
gente, los estudiantes se activan, aparece una nueva generación de jóvenes
guerreros…la energía se escapa de la MUD, apagándola, y la política (entiéndase
política al estilo criollo) parece que por fin descansará en paz, al menos por
un tiempo.
Y como el rating ya no le acompaña, algo tiene que hacer esa MUD para
conservar su protagonismo, ese negocio
es para ellos demasiado bueno para perderlo.
La ola de la calle amenaza con volverse un tsunami, y justo en ese
momento, el trío de los “disidentes”
marca su distancia, se pone los bermudas y el bikini, para ser surfistas
estelares de los mares de libertad que están inundando a Venezuela.
No hay elecciones, entonces inventan
una cosa que llaman “la salida”. Siendo
la MUD un animal electoral, en estos tiempos su hibernación era obligatoria.
Pero como un as en la manga, salen de su núcleo estos tres surfistas, el trío
de los “disidentes”. Cada uno a su manera, los “disidentes” deciden cantar en el coro
de los radicales, esos que tanto atacaron en el pasado, pero a los que
irremediablemente les llegaba su hora, porque todas las mentiras tienen patas
cortas, y la verdad de los “radicales” es de verdad.
Las calles se vuelven escombros, humo
y sangre, la dictadura arrecia con todas su fuerza y el mundo toma nota. Por
vez primera, aquellos que tenemos más de una década llamando a este régimen por
su nombre dejamos de ser el “tonto de la colina” (recordando a Lennon), solitarios
pincha globos en las piñatas de la
MUD. Como por arte de magia, la palabra “dictadura” dejó de ser pecado mortal
en boca de políticos, y los surfistas se atrevieron a pronunciarla, con un eco
internacional que abrazó nuestra causa libertaria.
Pero el ADN que compone la genética
de la MUD es terco, muy testarudo. Los “disidentes” conquistaron corazones, impusieron el
protagonismo que no iban a soltar, y una vez colados en el mundo radical, decidieron activar sus
genes atávicos y la historia comienza a cambiar, sutilmente primero,
desoladoramente después.
Uno de los “disidentes” se disuelve
en la MUD tradicional, el peso de su mochila cargaba demasiados esqueletos para
que su estilo fuera diferente. El otro rompe toda expectativa, y decide voluntariamente
entregarse a los brazos abiertos del enemigo, aceptando así su autoridad ilegítima
y declarando a la prensa que lo hizo, entre otras razones, porque su vida
corría peligro y el régimen que lo encarcelaría había jurado protegerlo.
Anulados los primeros dos, quedaba un
tercero, surfeando esa ola que cada día se volvía más pequeña, porque la MUD se
hizo luna y como tal afectó las mareas.
Al efecto del diálogo con la dictadura, uno que nadie pidió pero igual
se impuso, el tercer “disidente” decide viajar por el mundo llevando el mensaje
correcto. Por fin parecía que un miembro de la MUD, “disidente” ahora, pero
miembro al fin, estaba haciendo lo necesario para ganarse el título genuino de “Opositor”,
hablando de dictadura, tiranía y
violación de Derechos Humanos.
Mientras duraban esos viajes, aquí la
MUD se sintió rara y decidió actuar en consecuencia. Hizo dos cosas. Primero, intensificó la
chifladura de dialogar con tiranos, lo que no es otra cosa que la defensa de
sus intereses particulares, secuestrando
el espíritu de la calle y endilgándose una representatividad del mismo que es
tan desvergonzada como ficticia. Y segundo, la MUD le hace carantoñas al
régimen y feliz acepta la inaceptable remoción de dos de sus alcaldes. ¿Feliz?
Por supuesto, y mucho.
La remoción de esas dos figuras, le
permitió a la MUD salir de su hibernación electoral y nuevamente montar su
carpa, con todos sus enanos y trapecistas deseosos de hacer lo que mejor hacen,
participar en el mundo de los trucos, donde los magos y sus conejos reinan,
mientras el atontado público aplaude.
Este circo legitimador vendió sus
entradas para una doble función: Legitimar la sentencia burlesca que removió a
los alcaldes; y engrasar, con grasas perdurables, la maquinaria fraudulenta de
un CNE al que ninguno que no sea su cómplice le cree ni un padre nuestro.
“Show most go
on”… el show
debe continuar, y la MUD es experta en estas lides. El espectáculo de espejos
logró su objetivo, nunca una luna fue tan efectiva en el arte de manipular las
mareas, y en este caso el tsunami que seguro sería, de repente se volvió un
lago de paz, con cisnes y garzas incluidas.
Sin ola que surfear, el sobreviviente del trío de los “disidentes”
guardó su tabla, se secó el agua del cuerpo y regresó al closet, donde escogió
el traje que vestiría, uno que al ponérselo desempolva al dedo morado, pero
esta vez con otro nombre: “Constituyente”.
La Constituyente es el dedo purpúreo del año 2014.
Aquel índice colorado hizo magia para en un día pulverizar la labor de años, regresándole
otra vez el velo a la bruja más fea de todas, la que atornilla al régimen y lo
maquilla, bonito para que luzca demócrata y justo. Y la versión de 2014, es igual de perniciosa,
quizás mucho peor; porque esta vez se hizo una labor diplomática que contaminó
al planeta entero, al menos Latinoamérica, Norteamérica y Europa.
Este tercer “disidente” visitó esos foros, pronunció
discursos, seductoramente posicionó un mensaje que finalmente dio en el clavo,
la flecha que se disparó al blanco. Una vez logrado esa suerte de milagro, ¿qué
hace? Se entarima, porque las tarimas al parecer ejercen una atracción
irresistible, y clama a todo pulmón que la famosa “salida” no es otra cosa que
el precipicio de siempre, esta vez el abismo final. “Salir democráticamente” de
una dictadura que asesina, tortura, viola y desaparece a la juventud venezolana,
es la propuesta de este dedo mágico, que tiene la capacidad de atrapar a muchos
inocentes en una red para luego soltarlos, como peces de aletas jadeantes y
moribundo respirar, en la cubierta de un barco que se abandona a su suerte, la
maldición de Neptuno hecha política.
Y la comunidad internacional cierra la boca… “¿Acaso quien
propone esta “salida” no es la misma persona que nos visitó?” Imaginan en todos
estos países, que si el paladín de la libertad, la musa que cantó: “dictadura”, ahora propone esta “solución”, entonces
significa que efectivamente en Venezuela esa “dictadura” como que no es tan
mala, y admite soluciones “democráticas”… la trampa otra vez se puso fea… muy
fea.
¿Cómo se propone una Constituyente en medio del
Apocalipsis?
¿Cómo se solicita la renuncia de un tirano comunista
que se robó las elecciones y en consecuencia no tiene cargo al cual renunciar?
¿Cómo se proponen elecciones presidenciales dentro de
un agujero negro de sapos y serpientes?
¿De qué manera se sale de un régimen asesino y
comunista (redundancia), desplazando a una de sus fichas pero dejando intactas a
las demás?
¿Quiénes serán esos constituyentistas que tendrán la
capacidad de los dioses?, porque solamente un dios tendría la habilidad de plasmar
en un librito (que llaman “constitución”) la solución a todos y cada uno de los
problemas de una nación extraviada, con sus poderes públicos secuestrados y
arrodillada en cueros a una tiranía extranjera.
¿Qué fuerza del Olimpo bajará a Venezuela para elegir
a esos constituyentistas, pasándose por alto las trampas mortales que durante
quince años han socavado la vida del país?
Ese dedo colorado, tubito incandescente que vuelve a una
patética dictadura en el Ultraman de
las democracias del continente, nunca fue
más chiflado, pero esa chifladura es costosa, demasiado cara para que esta vez
no sea frenada, en seco.
¿Quiénes harán esta difícil tarea de frenos?
¿A quiénes toca abordar este barco a la deriva y
capitanearlo hacia las costas de Libertad?
La respuesta es esperanzadora. Estos quince años de dolor, tinieblas de las
que ha brotado lo peor de un país, paradójicamente han parido una nueva
generación de guerreros, iluminada con luces brillantes y corazones fuertes.
Esta Venezuela futura está representada por una
juventud que ha crecido en la penumbra, y por eso tuvo que esmerarse en
cultivar luces que iluminaran esas cuevas, y corazones que las sobrevivieran. Jóvenes
que inspiran y traen consigo las respuestas. Son portadores de la llave y están
vacunados contra los circos; no escuchan su ruido y tampoco el canto de las
sirenas de una MUD que se ahoga en sus propias aguas.
Los meses que vienen son cruciales. La juventud lo
sabe y está actuando. Nuevos
interlocutores surgirán en estos
tiempos, voces que constituirán una oposición genuina, “la Resistencia”;
capaz de articular estrategias óptimas para confrontar los males que nos
aniquilan. La experiencia existe, son
años de lucha, un recorrido de lujo a través de las pailas del infierno, que
condenaron a muchos pero no a todos, afortunadamente.
Venezuela merece despertarse de esta pesadilla, que
nos atrapa sin excepción con sus hienas de dientes picudos y sapos morados, que
saltan incansablemente.
Hay sufrimiento, demasiado. Sin contabilizar los años
anteriores, solamente este primer semestre de 2014 ha puesto en evidencia a un
régimen que no valora la vida, cruel hasta la médula y ambicioso como el peor
de los mafiosos. Se trata de un sistema
que hace mucho tiempo hubiera caído, a no ser por tanto circo y canto de
sirena, por tanto disfraz; tanta, pero tanta, mentira.
¿Responderemos a nuestro duelo aceptando chifladuras?
¿Tienes estos seis meses vuelta atrás?
Los hombres libres no respondemos a esclavos. El que quiera
esclavitud tiene derecho a tenerla, pero no imponérsela ni a un solo hombre
libre.
¿Desde cuándo son los esclavos a voluntad quienes
deciden sobre la libertad de los hombres libres?
¿Puede someterse a consulta la libertad de un Hombre?
¿Acaso existen instituciones capaces de borrar la
libertad y decretar la esclavitud?
Si un solo Hombre libre respira, ese Hombre tiene
derecho, y el deber, de imponerse ante cualquier intento de arrebatarle su
libertad. El gran “error” de los “demócratas” venezolanos es no querer entender
la naturaleza humana, y el decálogo de derechos y obligaciones que se desprende
de la misma.
La libertad es el rasgo diferenciador que tenemos con
los animales. Es fruto de la razón, es el motor de la mente, su ejercicio
permite escoger el rumbo de nuestro destino.
Un régimen como el que somete a Venezuela es un
sistema que destruye la libertad de los Hombres, reduciéndolos a esclavos,
seres inútiles que vagan por la vida sin entender dónde están parados, sin
intuir siquiera el motivo de su existencia. Se trata de un régimen inaceptable
para los hombres y mujeres libres y eso lo reconoce la filosofía occidental,
nuestra herencia greco romana y no la estalinista, esa que signa a los tiranos
que secuestraron al país.
El derecho a la rebelión, más que un derecho, es una
obligación. Nadie que se respete a sí mismo y entienda el valor de su libertad,
reconoce autoridad a quien busca privarlo de lo más sagrado de su existencia. Los Hombres libres tenemos el deber con
nuestra naturaleza de hacerle caso, y en efecto hacer lo necesario para que la
misma se desarrolle como le corresponde.
“Elecciones”; “referéndums”; “enmiendas”;
“constituyentes”… son palabras distintas que significan lo mismo: una excusa
para seguir tolerando lo inaceptable, para seguir permitiendo lo que nunca
hemos debido permitir.
La libertad no se consulta, no se negocia, no se
somete a la voluntad de las mayorías… la libertad es lo que nos salva de la
vida animal, y no queremos ser animales, bestias, tan semejantes a quienes
pretenden imponer estos sistemas que asfixian.
El derecho a la rebelión trasciende cualquier letra
muerta, discurso o maniobra política. No existe fuerza en el mundo capaz de
someter al Hombre y volverlo bestia, a menos ninguna fuerza que logre hacerlo
si hay voluntad para evitarlo.
¿Y existe esta voluntad?
Sin duda alguna. Los jóvenes venezolanos no se han jugado
la vida en las calles para regresar al mundo de los espejos, donde los magos
reinan y el público es bobo. Nuestros
muchachos, cientos, miles y miles de jóvenes,
han dado muestras de un valor y una voluntad heroica, que merece un
premio y ese premio no es una constituyente.
Los próximos meses deberán atraer a lo mejor de
Venezuela. El tiempo es un lujo que no
tenemos. Si suficientes hombres y mujeres libres nos organizamos y ejercemos
activamente nuestro deber de rebelarnos, la libertad conquistará el poder y se
hará una transición que permita poner orden y re institucionalizar al país…
… y así podremos aspirar a tener una democracia, que
sin libertad es una quimera.
@jcsosazpurua
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