El 27 de febrero de 2014, 15:43, Alfredo Coronil Hartmann <acoronil@yahoo.com.mx> escribió:
"Ruptura necesaria..."
Con innegable pesar, por viejos afectos, por Chile y por Venezuela, me vi moralmente obligado a pedir que fuera borrado mi nombre, de la lista de suscriptores del diario La Hora, medio informativo representativo -al menos de lo que hoy parece ser- el Partido Radical Social Demócrata de Chile, uno de los movimientos políticos mas antiguos del mundo, que hace poco conmemorara sus 160 años de fundado.
El más que centenario movimiento, conoció, en su larga trayectoria las mieles del poder, los equilibrismos de las coaliciones, la persecución y el exilio.
Perfeccionó, para conjurar el tenebroso fantasma de las divisiones, un sistema que muchos años después adopto el PRI mexicano, un eufemismo denominado "las corrientes internas".
La corrientes internas -invento a mi juicio deletéreo- resultaron un expediente útil para preservar ese manoseado fetiche de la "unidad", así el Partido Radical, tradicionalmente la fuerza política mayoritaria del país austral, eje de las fuerzas de izquierda, a la cabeza del Frente Popular, con Socialistas y Comunistas, llevó a tres militantes suyos: Antonio Rios, Pedro Aguirre Cerda y Gabriel Gonzalez Videla a la presidencia de la República. Gonzalez Videla, el "gabito" como lo llamaba el pueblo, en un país por lo general serio, resultó ser casi un personaje de la picaresca política, electo como ya lo dijimos con los votos comunistas, los ilegalizó, dijo algo así como: "Chile tuvo la vergüenza de ser uno de los primeros países de América en legalizar el Partido Comunista y ahora va ha tener el honor de ser el primero en ilegalizarlo", también desconoció la deuda externa, peligroso expediente del cual tardó el país no poco en liberarse, la imagen de nación morosa persiguió a Chile largos años ( mirémonos nosotros en ese espejo).
En mis tiempos de estudiante santiaguino, la "corriente interna" de derecha dominaba la estructura, y el PR -siempre la primera fuerza individual o la primera minoría como decimos en Venezuela- en coalición con Conservadores y Liberales, habían llevado al poder a ese hombre distante y brillante que fue el economista Jorge Alessandri Rodríguez, al final de cuyo período el radical Jorge Duran encabezo la coalición del gobierno y fue derrotado por Don Eduardo Frei Montalva, las mismas "corrientes internas" explicaron el regreso a la izquierda, la incorporación al nuevo frente popular, el FRAP, que llevó al poder al Dr. Salvador Allende.
Un gran intelectual venezolano, el humanista Don Mariano Picón Salas, quien en su juventud caso y fundo familia en Chile y llego a ocupar -interinamente- el Rectorado de la Universidad de Chile, con lo cual se convirtió, junto con Bello, en uno de los dos únicos "extranjeros" en ocupar esa posición, me ponderó las cualidades de esa querida tierra y de sus gentes. Decidí irme a Santiago, llegue provisto de cartas de presentación, de otro gran chilenofilo, Don Romulo Betancourt -quien años después casara con mi madre- para sus queridos amigos Salvador Allende, Julio Barrenechea, Juan Gomez Milla y Eugenio Gonzalez Rojas, quienes me dieron muestras de su afecto y consideración, en "la Chile" como se identificaba comunmente a la Universidad, me hice amigo de Don Jorge Guzmán Dinator y de otros robles radicales entre profesores y condiscípulos. En Chile las diásporas venezolanas de todos los exilios encontraron calor y afecto.
Cuando en 1973 Pinochet derrocó al Chicho, los venezolanos nos volcamos en apoyos de todo tipo, como era natural y justo. Me toco la desagradable circunstancia de presidir la delegación venezolana a la reunión anual de ALIDE que se celebro en Santiago y puedo decirles que además de algún incidente menor, la DINA secuestro e Interrogó a los periodistas que acudieron a la rueda de prensa que ofrecí en el Hotel Carrera, además de censurar su contenido.
Nada de esto me parece extraordinario, lo que resulta sorprendente es que después de que el teniente-coronel Chavez ganara limpiamente las elecciones de 1998, los políticos chilenos amigos, es decir los de la izquierda democratica, sucumbieron a los encantos y arrumacos de Chavez y parecieron ignorar el establecimiento de un régimen de corte militarista, peronista, de leve maquillaje marxista y franca y abiertamente antidemocratico, que institucionalizo el fraude electoral. Ni UNO solo de los gobiernos chilenos de estos quince años ha otorgado siquiera un asilo político a los venezolanos perseguidos por este régimen. La indiferencia, cuando no la hostilidad mal disimulada, los encontré, muchas veces, en jerarcas del PS, una actitud equilibrada en Don Ricardo Lagos y el PPD. El PRSD mantuvo la llama de la amistad y la solidaridad, Anselmo Sule encarnó el fuego militante del compañero. Todo eso parece haberse evaporado, ahora leo, repetidas, las estólidas gacetillas del vergonzante Maduro reiteradas -sin beneficio de inventario- por "radicales" quizá enceguecidos por el aureo resplandor de alguna participación, en el gobierno de la señora Bachelette.
Les deseo lo mejor, los venezolanos no generalizamos y sabemos agradecer.
ALFREDO CORONIL HARTMANN
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