PRIMERA PARTE.
"17 de diciembre de 1935".
a mi amigo el Dr.Gonzalo Moreno Fernández
por: Alfredo Coronil Hartmann
Hoy la "cursilocracia" en el poder, estará conmemorando (parece que no saben muy bien la diferencia entre feriado y duelo, ya que algunos siguen sin trabajar) el fallecimiento del patricio Don Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios, Padre de la Patria, considerado por algunos conspicuos historiadores "el hombre más rico de Venezuela.
Entre los "logros" del finado eterno, creador de este sainete monstruoso que bautizó como "la revolución bonita" hay que anotar uno nada desdeñable.
Se podría decir, sin exagerar, que, no existía o en todo caso existían poquísimos venezolanos que no fuéramos "bolivarianos" con mayor o menor grado de pasión, inclusive yo, que ante los hechos y los protagonistas de la Historia trato de ser cuan objetivo sea posible, no puedo evitar recordar que, le respondí a un amigo peruano, quien se empeñaba en discutir si Bolívar era o no el libertador del Perú, que no discutiéramos por eso, que "lo menos importante que hizo Bolívar fue libertar el Perú". Hoy y "gracias" a Chávez, el nombre bien-amado suena a alambique clandestino y despide un aroma a patchuli barato por no decir fragancia de hetaira o hetera (léase prostituta), tal ha sido el resultado del manoseo y abuso del egregio hombre, del gran caraqueño, con quien pretendió mantener un contubernio contra-natura y antihistórico, un recochineo repugnante e irrespetuoso.
De allí que en lugar de escribir algo sobre los 183 del luctuoso suceso, en esta irrefrenada pasión por la Historia que toda mi vida me ha consumido, decidí hacerlo sobre otro aniversario, todavía polémico, los 78 años del fallecimiento de un rico hacendado y ganadero tachirense, al cual una seria historia de Venezuela no puede ignorar, el "benemérito" General en Jefe, Juan Vicente Gómez.
El hecho circunstancial e irrelevante de que el hijo de La Mulera hubiese nacido y fallecido en los mismos días y meses que El Libertador ( 24 de julio y 17 de diciembre) bastó para encender el fuego, no pienso gastar pólvora en tonterías, pero si bien no tengo nada que decir sobre el natalicio, si poseo dos testimonios de testigos presenciales del deceso, que para mi son incontrovertibles, por la seriedad de ambos personajes, mi tio político Don Alcides Ayala Lairet y el Dr. Arturo Uslar Pietri.
Si la impronta positiva de la obra de Bolívar, deja en ridículo a quienes se empeñaron en llevarlo a los altares, especie de Niño Jesús de pueblo, inaccesible al pecado, casto y puro, incapaz de bajas pasiones, ajeno a la satiriasis y a algunos ataques de soberbia. Por argumento en contrario, el pasivo del general Gómez hace absolutamente innecesario negar su aporte histórico al devenir de Venezuela. No va a ser menos "malo" porque se reconozcan hechos y circunstancias esenciales para comprender nuestra realidad. Tratemos de ser serios.
En 1899 cuando la invasión "de los 60" acaudillada por Cipriano Castro y financiada por su compadre Juan Vicente Gómez, abandonó su cordillera y se lanzó sobre el centro del país, no había verdadera guerra que luchar.
El nunca seriamente investigado caso, de la muerte en batalla del Jefe de las tropas del gobierno, General en Jefe Joaquín Crespo, dos veces presidente de la República, valeroso caudillo llanero, sospechosamente muerto de UN TIRO EN LA ESPALDA, por un proyectil de un tipo de rifle recién adquirido por el gobierno, durante la batalla de la "Mata Carmelera", contra el general José Manuel Hernández "el mocho", había dejado sin jefe y sin alma al ejército.
La "gloriosa" campaña de los andinos hasta Caracas tuvo mas de paseo militar que de gesta bélica, sin que ello niegue para nada el demostrado valor personal de "los 60" en general y de Castro en particular, simplemente la derrota estaba ya instalada en el corazón de las fuerzas oficiales y el presidente -elegido a dedo como Maduro- no era capaz de insuflarles ningún ánimo de resistencia, mucho menos de heroísmo, así ejércitos superiores en número y armamento se rindieron, casi sin combatir. Cuarenta y seis años de predominio andino se abrían para Venezuela...
Gómez durante la mas larga dictadura que registra nuestra historia, hizo un gobierno unipersonal y militar, no militarista. La mayoría del pensamiento político e intelectual del país, integró sus congresos y gabinetes ministeriales, los tres "presidentes" que colocó en la primera magistratura el Dr.Victorino Márquez Bustillos, el ilustre historiador Don José Gil Fourtoul y el Dr. Juan Bautista Pérez -Presidente de la Corte Suprema- no fueron ninguno de ellos individuos vergonzantes, por el contrario.
Pero lo que nos interesa hoy, en este calamitoso siglo XXI al que llegamos de la mano de un joven y poco aprovechado -académicamente- oficial del ejercito, reprobado, creo que en dos materias, de su curso de Estado Mayor, el Teniente Coronel Hugo Chávez Frías, beisbolista, cantante y animador de TV frustrado, golpista fracasado el 4 de febrero de 1994, poseedor para su desgracia de un pasticho mental, histórico y emocional, que hacia de él un hombre anterior a la "Guerra Larga" o Federal del siglo XIX, fascinado por la figura de su bisabuelo blanco, apodado "el americano" por sus contemporáneos, e idealizado por los novelistas históricos como "Maisanta", simultáneamente imbuido de un racismo ajeno por completo a los usos y realidad de un país mestizo, lo que le hizo atribuir el 51% de la propiedad colectiva del territorio nacional, al 0.5% de la población total de Venezuela -supuesta-mente indígena- este arco iris del disparate, aunque no lo parezca a simple vista no está tan divorciado de las circunstancias que hicieron necesaria la presencia del general Gómez a la cabeza del país.
El siglo XIX, que vió la gesta de independencia, en la que una pobre Capitanía General, creada apenas en 1777 por el rey Carlos III, paseó sus ejércitos victoriosos desde el Cajón del Arauca hasta el Alto Perú, gracias al valor y al genio de una generación de colosos, pero desangró al país. La para entonces utópica Gran Colombia, no era la salida posible. Venezuela, y ese era el sentimiento nacional auténtico, se separó e inició su reconstrucción, bajo una serie de gobiernos estigmatizados por los corifeos del liberalismo, como "la oligarquía conservadora", nos choca el carácter censitario de la Constitución de 1830, -fue quizá un pecado de excesivo realismo- y en todo caso ha debido ser a plazo fijo. Pero resulta innegable que José Antonio Páez, Carlos Soublette, José María Vargas, comenzaron a sentar las bases del Estado, a crear una hacienda pública y a administrar con probidad las migajas que dejó la guerra. Hombres de la talla de Santos Michelena y Fermín Toro, acompañaron ese esfuerzo.
Desgraciadamente el general Páez le dió paso al ansia de poder del también Prócer de la Independencia, "la primera lanza de Venezuela" General José Tadeo Monagas, ello fue abrir la "caja de Pandora". Demagogia, codicia, insaciable sed de poder, corrupción administrativa, nepotismo. Una serie de elementos que una vez liberados arrastraron lo poco que se había logrado rehacer y forzosamente nos llevaron a los 5 años de guerra civil. Los traumas sociales que ese conflicto creó tardaron muchísimo tiempo en ser restañados, aunque pocos venezolanos de estos días puedan imaginarlo.
El "guzmancismo" pese a feas lacras de avidez económica, trajo un aire de orden y reorganización al Estado, que permitieron medio reparar la estrepitosa caída, al menos demorarla. Desde el "septenio" el Abogado y victorioso General Guzman-Blanco (hijo de una prima de El Libertador) hizo reiterados y variados ensayos constitucionales, no obstante cada vez que se iba del país la "ley de la patada histórica" funcionó, creo que Joaquín Crespo fue la excepción en su primer gobierno. El autócrata refinado, el Ilustre Americano sintió en su fino olfato, que este carato de menudencias no tenía -pese al nombre- los encantos de un pot pourri y le dijo a su elegante esposa Ana Teresa Ibarra: "recoje tus cosas Ana Teresa, porque aquí las gallinas quieren cantar como gallos".
NOTA DEL BLOGUERO.
El presidente Rómulo Betancourt, no gustaba de dictar sus escritos, porque decía que "... sucumbía a su propia elocuencia", algo por el estilo -respetando las enormes distancias- me pasó con este artículo trocado en ensayo, por arte de mi excesiva memoria, que espero continuar mañana, en una segunda entrega. Gracias
ALFREDO CORONIL HARTMANN
17-XII-2013