7 de mayo de 2012

La tragedia del sombrero


La tragedia del sombrero.

En justicia este comentario debería haberse titulado “La tragedia de la cabeza humana con motivo del sombrero” pero no creo que semejante enunciado hubiese entusiasmado a nadie. La tragedia, en dos platos, consiste en que el sombrero pasó de moda, hasta para las damas –desgraciadamente en ese caso- entonces hay que encontrarle otro uso a la cabeza, preferiblemente pensar…

Contemplando el panorama de esta Venezuela del siglo XXI, es fácil llegar a creer en su desuso general, ha caído en disuetudo, diría un colega maracucho amigo mío. Y conste,  sin hacerle el juego al “debate” edulcorado del gobierno y las oposiciones, que semejante holganza del cerebro no es exclusivo de los chavistas, no, muy por el contrario casi llego a creer que es peor entre los denodados opositores, quizá, porque  a algunos que conocimos en mejores tiempos, llegamos a atribuirles dotes que por lo visto nunca poseyeron o agotaron.

Sin entrar en el temas realmente trascendentes o al menos preocupantes, que estamos cansados de ventilar nacional e internacionalmente, me voy a referir a uno que es pedestre, por esencia, substancia, inconsistencia, propios e intrínsecos, de verdad verdad. Las virtudes y los pecados, por supuesto al cuadrado, del magistrado Aponte Aponte.

Resulta impresionante ver títulos  tan vacuos como “¿SABE USTED QUIEN ES ELADIO APONTE APONTE?” casi escucho una musiquita radial “de suspenso” que precedía, en mi casi remota infancia, a los capítulos de “Tamakun…el vengador errante”. Si ilustres bolsas, todos sabemos cuales credenciales se requieren, en este régimen, para llenar el prontuario que los cargos por él desempeñados exigen, ese no es el punto, lo que califica a un testigo es el conocimiento de los hechos sobre los cuales va a testificar, y aceptemos que por mucho que los respetemos y admiremos, ni Baltazar Porras, ni Luis Ugalde, ni Germán Carrera Damas o Blás Bruni Celli le dan por los pies a Aponte Aponte en esas materias, es mas son unos ignorantes a tambor batiente y banderas desplegadas.

Dejemos pues que el “Magistrado”, a imagen y semejanza del régimen al cual sirvió, declare sobre las materias de su indiscutible y respetabilísima experiencia (aún no me adapto –se me cayó la cédula- al termino “experticia” que me retrotrae a mis estudios de Derecho y me parece un anglicismo). Los términos como “traidor”, “desertor”, entregado al imperio y otras monsergas déjenselos al PSUV. La fiesta, letra y música es de ellos.
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