El "momento" es ya...
por: Alfredo Coronil Hartmann
Si alguna pregunta es insalvable, en cualquier ambiente al que concurramos, es el ¿Hasta cuando? Podríamos sin exagerar en lo mas mínimo, decir que se trata de un clamor generalizado. El equivalente a tres períodos presidenciales, quince inacabables años, de un discurso huero, inconsistente, mal articulado y en paralelo "CERO" obra tangible, han terminado por secar la emoción, desgastar el resentimiento, colmar la capacidad de aguante de un pueblo que se había convertido en aguantador...
De desengaño en desengaño, de golpe en golpe de la fragua, la sociedad de este país minero ha ido cambiando. Los españoles dicen brutalmente "... la letra con sangre entra", no han sido muy distintos los métodos empleados por la "revolución bonita" para desencantarnos de cualquier pasajero desliz con el autoritarismo. Algunos analistas incurren en el yerro histórico de emparentar la extraña o aparente pasividad del venezolano de hoy, con el resignado transito de los últimos años del Benemérito General Juan Vicente Gómez, no es justo, ni es cierto...
El hombre de La Mulera, cerró cien años de guerras y anarquía, le dio a los venezolanos lo que más anhelaban: paz y orden. Los métodos que empleó son indefendibles, pero los hechos quedan: pacificación y unificación del país, creación de un ejército profesional, creación de la Hacienda Pública, pago de la deuda externa. Además, para hacer todo ello había derrotado, uno por uno, a todos los caudillos del país, era valiente sin estridencias, no gritaba, casi susurraba sus órdenes, pero estas se cumplían. Buen administrador, como consecuencia aplicó a la guerra un innato sentido de la logística que sólo la vida le había enseñado, su autoestima era tan alta que se sentía cómodo rodeado de la inteligencia y los muy superiores conocimientos de la mayoría de sus colaboradores.
El polo opuesto del deplorable individuo que ahora pretenden llevar a los altares: que quebró una cantina cuartelaría, le tuvo miedo al plomo, no se rodeaba sino de mediocres, ponía verdadero rigor al elegir de entre los últimos de cada promoción a sus "hombres de confianza" a quienes entregó la bolsa y la vida de sus connacionales. Manejó EL TRIPLE de los fondos que -sumados- tuvieron todos los presidentes del siglo veinte. Ese es el paradigma detrás del cual pretende refugiarse el incunable "presidente" Maduro. Y aún nos preguntamos ¿Hasta cuando?
Los golpes que hemos sufrido y seguimos sufriendo, no han venido todos del régimen ni de Chávez ni de su deplorable excrecencia. De las filas de quienes han debido y pretendieron ser los líderes de una resistencia a la barbarie, hemos recibido la humillación y la vergüenza de una sumisión incomprensible e incalificable. En un entorno semejante no se puede esperar por un liderazgo inexistente. La sociedad tiene que actuar, agarrar el toro por los cuernos y partirle el espinazo. Los venezolanos lo hemos hecho antes, no serán estos estrategas vírgenes quienes nos lo impidan. Pero hay que hacerlo ya...
Es el momento de Fuenteovejuna "todos a una" sin distingos ni ideológicos, ni religiosos, ni de profesión o vocación, de paisano o de uniforme, un sólo carnet político: la Cédula de Identidad venezolana. Una sola pasión rehacer la convivencia y el destino de un gran pueblo, traicionado por los unos y por los otros, pero afincado en sus valores y en su Historia. ya...
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