Publicado el 12 de abril de 2013 en www.gentiuno.com
Aunque pudiese sonar pedante, todo lo que escribamos hoy, a menos de 48 horas de las “elecciones” presidenciales del domingo, es por fuerza un ejercicio especulativo, pero no por ello podemos rehuirlo ya que lo que vislumbramos nos obliga a todos loa análisis y propuestas de acción, de un esfuerzo que tendrá que ser creativo, o estará condenado a un fracaso que no podemos permitirnos.
La cacareada elección presidencial del 14 de Abril, no es una efemérides sustantiva, es simplemente un episodio más -cualquiera que sea su resultado- de una empresa infinitamente mayor y mas exigente, se que al ánimo perezoso de muchos conciudadanos, una visión semejante les resultará pesada, cuando no impertinente. Estamos enfermos de facilismo, el ejercicio del pensamiento es una carga, la tragedia nacional que han representado estos 15 años, pareciera -para muchos- un simple zaperoco o bululú, incómodo y fastidioso, no podemos evitar recordar la expresión del pobre Luis XVI cuando calificó a la toma de La Bastilla como un motín y algún ministro ( no recuerdo si Jacques Neker) lo corrigió y le dijo: “…no Sire, es una Revolución…”
Venezuela no vivió o sufrió, bajo Chávez, una revolución. Fue un simple juego del “aprendiz de brujo”, una calistenia de ensayo y error, salpimentada de marxismo, “ceresolismo”, fascismo, nacional- socialismo y viejo y rapaz militarismo sudamericano -con musicalización castroantillana-. Más nada. La verdadera revolución deberá sufrirla para vacunarse de toda recurrencia hacia el caos de la improvisación y el despelote, de estos tres lustros de desgobierno y anarquía. Debemos empezar por asumir un hecho terco y evidente: Chávez no fue la causa, fue la consecuencia… El mas largo período democrático de nuestra Historia (1958-1998) no constituyó una ascendente y sostenida línea de progreso y superación, los denostados y “satanizados” 40 años conocieron en lineas gruesas 20 años de gloria y 20 años de oxidación progresiva del brillo de esos laureles iniciales -con altos y bajos naturalmente- me parece ocioso pormenorizar episodios cuestionables o éxitos concretos, eso sería materia de un ensayo histórico, que no es la ambición de estas líneas. Con todo, fueron los mejores años de la República.
Hoy, mas allá de la necesidad existencial de liquidar este régimen ineficaz, corrupto y anti histórico, tenemos que diseñar un proyecto de país inclusivo, moderno, abierto a las ideas y al progreso, vacunado de dogmatismos paralizantes y de ideas preconcebidas. La dinámica de estos tiempos de globalización y explosivo progreso tecnológico, no permite a ningún país que espere al crecimiento, al bienestar y a la justicia social, el confeccionarse un “corsé” de ideas preconcebidas y de supuestos dogmas infalibles para orientar su decurso nacional, ni siquiera en el caso de las llamadas grandes potencias. Vivimos la hora del aprender y el osar, del libre juego de la imaginación y del ejercicio fructífero de la creación intelectual. Las mentes estrechas, cuadriculadas, parceladas por agrimensores del pensamiento, están fuera de lugar y son inútiles, es mas perniciosas. Todo, o casi todo, está permitido menos el inmovilismo y la pereza de pensar. No proponemos la acción por la acción, la acción no puede estar divorciada del pensamiento o terminaría siendo simplemente desorden, y es en este sentido que debemos asumir aquella afirmación del gran hombre, que condujo al triunfo en el conflicto mas sangriento del pasado siglo, en la “Gran Guerra” (1914-1918) el “Padre de la Victoria” como lo bautizó la opinión internacional, el Dr. Georges Clemenceau, cuando afirmó: “La acción es el principio, el medio y el fin”.
La democracia venezolana se anquilosó y en buena medida se pervirtió, su muerte no trajo -como hubiese sido deseable- un renacimiento, por el contrario produjo una destrucción indiscriminada e infecunda, una larguísima “quema” de 15 años, cuyos “resultados” estamos padeciendo todos, los que creyeron en el denominado “proceso revolucionario” y quienes, descontentos también con el fin de fiesta de la democracia civil -que se apagó en 1998- no pudimos o supimos contener los monstruosos excesos que se avecinaban. Hoy unos y otros debemos crear un nuevo proyecto de país, que exige seriedad, rigor y coraje. Que exige además la revalorización del trabajo y des esfuerzo personal como pasaporte a la superación y al éxito. Nuestros peores enemigos son: el facilismo, la frivolidad, la superficialidad, la flojera de osar y obrar sin temor y con convicción. Estoy convencido de que es posible, la destrucción del aparato productivo agropecuario e industrial, la degradación de las finanzas y del crédito público, de la educación, de la vialidad, de la salud e innombrables etcéteras, serán sanadas con esfuerzo, seguridad jurídica y buenas políticas de desarrollo. Con probidad y eficacia de los servidores públicos, las inmensas riquezas naturales y la estabilidad de gobiernos inclusivos, progresistas, democráticos, prohijarán la recuperación material en un tiempo mas bien breve.
Mucho, muchísimo mas grave, sera restañar el daño social, sanear el alma de los venezolanos, envilecida y degradada como política de Estado, curar y erradicar el odio es mas difícil que enfrentar la mas virulenta y agresiva epidemia y tenemos que lograrlo. Será mas largo, será mas difícil, muchos no alcanzaremos a verlo, los procesos sociales son mas lentos, pero es necesario reconstruir la cordialidad, característica definitoria del venezolano de siempre, yo creo que la llevamos en el ADN y que resurgirá de sus cenizas y hará posible la Venezuela de todos que habrá que construir, la de este tiempo histórico, nadie desea volver a nada, vamos hacia adelante, con fe y determinación, al encuentro del destino histórico que hemos abonado con sangre y con esfuerzos… Adelante.
Alfredo Coronil Hartmann
Abogado, internacionalista y político venezolano
acoronil@yahoo.com.mx
Abogado, internacionalista y político venezolano
acoronil@yahoo.com.mx
Estimado Sr. Coronil Hartmann,
ResponderEliminarEn los primeros días de Abril le envié, a usted y a otras dos personas, un e-mail con algo interesante.
Por esos inconvenientes propios de estos caminos llenos de abrojos que tomamos los que nos dedicamos a amar a la Patria, se me hace necesario preguntarle, por esta vía y por aquí mismo quisiera su respuesta, si lo recibió.
Un abrazo cubanísimo y solidario,
Simón José Martí Bolívar.