Reinaldo Leandro Mora, la eficacia afable.
por: Alfredo Coronil Hartmann
En el oficio, a fuerza aprendido, en mas de cinco décadas de hacer periodismo de opinión, es inevitable saber que nunca se comienza un artículo con una aclaratoria, como este texto no cabe en el enunciado genérico de "un artículo" sino es mas bien el testimonio de un hondo dolor compartido, con muchos venezolanos, con sus familiares, innumerables amigos y la militancia -dentro y fuera del cascarón oficial- de Acción Democrática. Comienzo por decir que nada hay en estas líneas de compromiso, ni de cumplido.
Quise con hondo cariño y amistad a Reinaldo, a Inés, a Rey, a Rene y a todos sus hijos, en él admiré no sólo su clara inteligencia y su versátil eficacia, gran ministro de Educación en horas muy difíciles de la segunda presidencia de Rómulo Betancourt, notable ministro de Relaciones Interiores de Raúl Leoni -innumerables veces encargado de la Cancillería- fino y habilísimo embajador en esa insuperada escuela de diplomáticos que es la Santa Sede, parlamentario nato, ejerció la senaduría por el Estado Barinas con brillo y donosura, así como la Presidencia del Congreso Nacional.
Aspiró a ser el candidato presidencial de AD en las elecciones de 1973, tuvo dos elementos extremadamente limitantes para lograr su meta, el fallecimiento del ex-presidente Leoni, quien lo apoyaba sin reservas y la prolongada indecisión de Gonzalo Barrios -probablemente deliberada- en retirar su propia aspiración, que Reinaldo sentía que lo obligaba moralmente. Con un sentido ético que lo enaltece, se negó a seguir mi consejo de solicitarle a Doña Menca de Leoni grabara un mensaje para la base de AD, solicitando el apoyo para él, que Menca estuvo dispuesta, sin dudar un instante, en hacer. Reconozco que, aún de haberlo hecho el resultado era dudoso, dado el apoyo abierto del máximo líder del partido, Rómulo Betancourt a Carlos Andrés Pérez. No obstante todos estos importantes y significativos obstáculos, en poco mas de UNA SEMANA de campaña logramos amarrar casi 180 votos, frente a los 300 y tantos que favorecieron al secretario general, CAP, pero esos días y horas de cordial "conspiración" afianzaron aún más nuestra amistad anudada en Roma, recorriendo sus calles, iglesias y museos...
El joven líder guaireño, tenía todo a su favor para haber sido un extraordinario candidato y presidente, su imagen propia era, sin subterfugios publicitarios ni retoques de marketing, un "producto" que se vendía sólo. Recuerdo que Jacques Regis Etievan, presidente de CORPA, para ese entonces la mayor agencia publicitaria de Latinoamérica, decía que era "el Kennedy venezolano" y añadía que cada sonrisa de Reinaldo eran al menos 50.000 votos, si pensamos que Rafael Caldera ganó las elecciones de 1968 por 30.000 podemos medir adecuadamente la cifra. En 1978 se volvió a plantear el tema, que no llegó a cuajar, también entonces estuve a su lado.
No tengo sino buenos recuerdos de Reinaldo y de los suyos, él demostró que la sonrisa y la firmeza no sólo son compatibles sino complementarios. Frente a la subversión fue fuerte sin ser duro, era un asunto de estilo, nunca le tembló el pulso para hacer lo que fuese necesario, pero jamás practicó, eso que los españoles llaman de manera muy gráfica el "recochineo" ese solazarse en el dolor del adversario, ese gozo del dolor ajeno tan de moda en estos días.
Queda la figura del educador, del abogado, del luchador político, del eficiente hombre de Estado, como un homenaje y una exaltación de la hidalguía y el buen gusto. El solo recordar que existieron hombres como él, es gratificante para el espíritu en esta hora menguada de Venezuela...
El Junko 4 de noviembre de 2013.
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