La moda del encubrimiento político
por: Juan Claudio Lechin
Apenas se supo del apresamiento de Lula da Silva, el pueblo usuario de la línea amarilla del metro de San Pablo festejó ruidosamente. Las redes sociales lo transmitieron. El descrédito mediático hiere a los “populismos” (ese refrito Tercer Mundista del comunismo) fundamentalmente porque su prestigio radica en venderse como héroes redentores.
La psicología humana, enganchada con una creencia así, prefiere seguir creyendo estas mentiras que chocarse con la decepción. Uno de los grandes artes del “populismo” ha sido manipular este temor humano a decepcionarse.
Para instrumentalizar esta forma de sumisión, monopolizaron la fe ideológica y la comunicación, logrando así una coacción psicológica tan fuerte que durante fascismos y comunismos los pueblos resistieron las peores condiciones de vida a cambio de seguir creyendo en su fe ideológica.
Pero está pasando algo inédito. En los jóvenes esta hipnosis de otrora ha dejado de tener efecto (tienen otras) y así, de pronto, estos modelos y sus ídolos se carcomen sin que medien grandes luchas. Lula el amado de otrora, fue apresado y enmanillado acusado de ser uno de los principales beneficiarios del desvío de 2.8 billones de dólares de Petrobras.
Obviamente, esta comparsa detonó una cadena de memes “ideológicos” para encubrirse. Su partido lo declaró “preso político”, Maduro lo divinizó con poesía social y Errejón e Iglesias (de Podemos), más narcisos, dijeron enorgullecerse porque Lula “quiere conocernos”.
Es importante fijarse que solo una fe ideológica permite este tipo de cinismos a varias voces. En las delincuencias políticas que no tuvieron sustrato ideológico, estas zalamerías no fueron posibles. Pinochet nunca se “enorgulleció” de Videla ni dijo que su apresamiento era un tropiezo en la lucha.
Juan Claudio Lechin
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