3 de enero de 2016

LAS EXIGENCIAS QUE EL MOMENTO HISTÓRICO NOS RECLAMA, por: Antonio Sánchez García @sangarccs/ pararescatarelporvenir.blogspot.com 3-XII-2016




LAS EXIGENCIAS QUE EL MOMENTO HISTÓRICO NOS RECLAMA



Es lo que el momento histórico reclama. Es lo que la oposición demanda. Es lo que el pueblo exige.

Antonio Sánchez García @sangarccs


                        Como es de todos sabido, Churchill se preguntó, al asumir en mayo de 1940 la jefatura de la guerra y del gobierno inglés decidido a enfrentar, así fuera de rodillas y en cualquier otro territorio, su guerra mortal contra Hitler, que lo que se vivía no era el fin del comienzo sino el comienzo del fin. Cinco años después se reunía en Yalta con sus aliados, entre ellos su más odiado enemigo después de Hitler, José Stalin, para sellar el fin del nazismo, el reparto de Europa y la consolidación de la democracia en el mundo.

            La victoria del 6D cumple con igual sentido: es el comienzo del fin de la pesadilla castrocomunista que nos ha hundido en estas profundidades del averno y el salto cualitativo hacia la transición democrática. No es, a nuestro entender, el comienzo de la transición propiamente tal – ese conjunto de acciones que bajo un diseño estratégico específico y el control de todos los poderes por los sectores democráticos del país siente las bases de una nueva República – sino el inicio del desmontaje de la bomba con que el yihadismo talibán gobernante de la mano de Maduro, Cabello y Tarek El Aissami, pretende cumplir con el último propósito propiamente nazista y hitleriano que los anima: huir dejando tras suyo el apocalipsis de una tierra arrasada.

            Es todo lo que por ahora es posible: despejar el terreno de los más graves peligros que nos acechan – inestabilidad crónica, una guerra civil o un baño de sangre – uniendo voluntades con aquellos sectores de la Vª República dispuestos a hacer borrón y cuenta nueva para acomodarse a las nuevas circunstancias históricas.  Y lo que es muchísimo más importante y definitorio: lograr el respaldo de aquellos sectores de las fuerzas armadas dispuestas a acatar el veredicto de la soberanía popular y la fuerza de la letra constitucional.

            En dicho sentido, comparto a plenitud el principal enunciado del mensaje dado a conocer en el día de hoy, domingo 3 de enero, por Mitzi Capriles de Ledezma: “LA TAREA, LA FUNDAMENTAL Y ÚNICA TAREA DE LA OPOSICIÓN DEMOCRÁTICA REPRESENTADA CABALMENTE EN LA MUD ES CONSTRUIR EN LOS TIEMPOS PERENTORIOS DE LA CRISIS Y DENTRO DE LOS LIMITES DE LA CONSTITUCIÓN NACIONAL, UNA TRANSICIÓN VIABLE ENTRE EL RÉGIMEN QUE FENECE Y LA REPÚBLICA QUE RENACE.”

            ¿Cómo conciliar los intereses de unos y otros cuando se comience a vivir ese conflicto de intereses esenciales entre el Parlamento – legítima y auténtica representación de la soberanía popular – y todas las restantes instituciones del Estado: del Ejecutivo a la Contraloría, la Fiscalía y el TSJ, añejas y ya caducas sobrevivencias parasitarias y de más que dudosa legitimidad de origen? No se hable de su siniestro y genocida desempeño, que tiene a nuestro pueblo al borde de una crisis humanitaria de incalculables dimensiones.

            El triunvirato ya ha asomado sus garras y decide, al margen de la explícita voluntad de las FAN, impedir, obstaculizar y si es preciso torpedear con las armas y el derramamiento de sangre, el cumplimiento del mandato popular. Primera lógica consecuencia: el Ministro de Defensa y todas las FAN, en su conjunto, deben ponerse sin vacilaciones ni dudas hamletianas, al lado del pueblo venezolano. Y permitir el estricto cumplimiento de la Constitución Nacional. En bien de la Patria, de nuestras tradiciones democráticas y de su propia legitimidad.

            En segundo lugar: los 55 diputados oficialistas electos deben acatar en el mismo sentido y con aún mayor responsabilidad el veredicto de la soberanía popular. Exactamente como la han acatado los diputados opositores durante diecisiete años, aún habiendo sido víctimas de fraudes más que manifiestos. El pueblo, en su conjunto, no votó por una asamblea rebajada a campo de batalla, a gallera o a terreno del inclemente despliegue del bandolerismo de uno de los bandos. Votó a favor de la unidad, de la reconciliación, del entendimiento nacional. Votó por la paz, por la solidaridad, por la Patria. Esa minoría puede estar segura de que nuestros diputados, calificadamente mayoritarios, no irán a las sesiones provistos de manoplas y tubos de acero. Y quien presida la Asamblea no tolerará, cínico y sonriente, el ataque de gavillas de malhechores y malhechoras travestidos de investidura parlamentaria.

            En tercer lugar: el presidente de la República debe decidir de una buena vez si continúa al servicio de la tiranía cubana y contribuye a rescatar al país de las infames garras de la brutal crisis en la que hemos caído por su exclusiva responsabilidad, desidia e incompetencia, o salta ciega y torpemente al abismo de su crisis. Un presidente de la República que se respete no puede servir a dos amos: o Cuba o Venezuela. No hay otra alternativa.

            Finalmente: los órganos policiales que acompañan a las fuerzas armadas en la grave responsabilidad de atender y cuidar del orden social y proteger a la ciudadanía, deben dar un paso al frente y dejando se servir a parcialidad política alguna, tal como lo establece el texto constitucional, garantizar la paz, la concordia y el bien de la República.  Impidiendo los desbordes de colectivos exaltados al servicio de intereses espurios y antinacionales.

            Es lo que el momento histórico reclama. Es lo que la oposición demanda. Es lo que el pueblo exige.
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